EL NIÑO SE HA HECHO MAYOR
Aunque nos cueste creerlo las aventuras del joven mago más famoso de la literatura llegan a su fin también en la gran pantalla. Ha sido una década en la que Harry, Ron y Hermione también han tenido presencia en los videojuegos con sucesivas entregas que han ido coincidiendo con el estreno de las películas.
Primero llegó Harry Potter y la piedra filosofal, un juego orientado al público infantil, al igual que el trabajo de Chris Columbus, basado en las plataformas y de gráficos simplistas. Luego vinieron La cámara secreta, un calco de su antecesor, y El prisionero de Azkhaban, que se atrevió a estilizar ligeramente los personajes y a oscurecer un poco más la ambientación sin perder ese tono de producto para todos los públicos.
Con El cáliz de fuego se optó por un cambio radical, dándose por cerrado un ciclo (al fin y al cabo, los jugadores también crecen) y aprovechando mucho más lo que les ofrecía la franquicia. De este modo los protagonistas tomaron el rostro de los actores mientras que los diseños se volvieron mucho más realistas, dándonos la posibilidad de vivir algunas de las escenas más impresionantes de la película como la prueba acuática o la huída del dragón. En esta ocasión, con una perspectiva en tercera persona vista desde arriba, la mecánica buscaba más la exploración de escenarios con ciertas dosis de combate y la adquisición de nuevos hechizos para acceder a nuevas zonas y así alcanzar determinados objetivos. Es cierto que esto disparó bastante la dificultad en comparación con lo que estábamos acostumbrados.
Más tarde llegaron La orden del fénix (tal vez el más logrado de la saga) y El príncipe mestizo, dos propuestas interesantes sobre todo por el trabajo llevado a cabo para representar fielmente el castillo de Hogwarts dando una mayor libertad al jugador para descubrir sus secretos y realizar multitud de misiones secundarias y minijuegos además de aquellas pertenecientes a la trama principal.
Con Las reliquias de la muerte, parte I, ante la dificultad que suponía seguir la senda ya establecida ya que la historia no transcurre entre los muros de la escuela de magia, EA Bright Light optó por redefinir el concepto de juego acercándolo todo lo posible al género de la acción pura y dura, un juego de disparos haciendo uso de una varita en vez de una pistola y basado en avanzar por escenarios buscando coberturas. Sí, aquellos que vieron un torpe intento repleto de bugs de copiar la fórmula de Gears of Wars no iban muy desencaminados.
Fue sin lugar a dudas el peor juego de la franquicia en la que no hemos incluido aquel título de Quidditch que pasó sin pena ni gloria y el Lego Harry Potter: Años 1-4, desde luego el mejor de los producidos por TT Games.
La segunda parte de Las reliquias de la muerte es una entrega continuista respecto al anterior, que soluciona la mayoría de errores de aquel, siendo mucho más jugable y a priori atractivo. ¿Será suficiente? Vamos a verlo.
BIENVENIDOS AL GRAN FINAL
En primer lugar decir que gráficamente el juego luce muy bien. Aprovecha a la perfección la licencia y se nota el esfuerzo del estudio por reproducir fielmente todos y cada uno de los personajes de esta historia, cuyos rostros se han modelado con gran acierto, así como los escenarios desde un Hogwarts en ruinas pasando por el bosque prohibido, la cámara de los secretos (una gozada para los fans) y el pueblo de Hogsmeade por poner algunos ejemplos. Como veis, hay mucha variedad.
Lo que es una lástima es que con semejante material en sus manos los reponsables del título hayan sido literalmente incapaces de dotar de cierta narrativa al juego, que sigue punto por punto los acontecimientos de la película, incluso a pesar de haber aprovechado ciertos diálogos de la misma a través de escenas inconexas que nos darán algunas claves que justifiquen nuestro siguiente objetivo. Sin embargo si partimos de que las películas ya adaptan la obra original de una manera superficial y dejando muchas explicaciones de lado, si nos limitamos a recortar todavía más el guión cinematográfico obtenemos unos textos que solo aquellos que hayan ido al cine o hayan leído el libro se enterarán de lo que está sucediendo.
Respecto a su planteamiento, como decíamos el juego va al grano y nos meterá de lleno una y otra vez en los combates de la película aprovechándose sin complejos de las grandes dosis de acción de este capítulo final. De ese modo deberemos defender Hogwarts de ogros y mortífagos o abrirnos paso por túneles infestados de arañas siempre haciendo frente a oleadas de enemigos poco inteligentes pero persistentes lo cual hará que en algunos momentos la mecánica resulte repetitiva al limitarse a avanzar, buscar cobertura y disparar a todo lo que se mueva de principio a fin.
Por supuesto no faltarán jefes finales que, si bien ponen algo de variedad, serán enfrentamientos más duros en los que requeriremos todo nuestro arsenal de hechizos aunque sin ser tan profundos como para obligarnos a adoptar estrategias concretas que nos permitan ganar el duelo.
De hecho antes de llegar a la mitad del juego ya tendremos a nuestra disposición todos los tipos de conjuros de ataque disponibles. Algunos nos proporcionarán un disparo rápido a corta distancia, una explosión devastadora e incluso una descarga de gran precisión como si nuestra varita se convirtiera en un rifle de largo alcance. Y es que aunque todo esto resulta demasiado familiar respecto a lo que ofrecen la mayoría de los juegos del género de la acción más desenfadada, hay que decir que se ha optado por un sistema mucho mejor que en la anterior entrega para seleccionar los diversos modos de ataque pulsando una o dos veces los botones de la parte derecha del mando.
Lo que sí es bastante decepcionante es que, en un título que alardea de dejarnos jugar con todos los personajes del universo de J.K. Rowling, todos y cada uno de ellos tienen las mismas habilidades y ataques con idéntico poder destructivo ya estemos controlando a la joven Ginny o a la veterana profesora McGonagall. También es cierto que solo los alumnos podrán agacharse y buscar coberturas para protegerse del fuego enemigo, lo cual no tiene mucho sentido y nos hace pensar que los mayores de edad sufren ciertas dolencias de espalda que no nos favorecen lo más mínimo. Esto supondrá que momentos como la defensa del puente pueda llegar a ser especialmente difícil incluso para los jugadores experimentados.
Otro de los factores que tampoco juega a favor del título esla duración, unas cinco horas para completar la historia principal en nivel normal, sin apenas alicientes para rejugarlo. Los escenarios, vacíos y algunos de discutible diseño, no ofrecen retos al jugador en forma de rutas alternativas o zonas secretas, limitándose a dejar objetos semi ocultos repartidos sin demasiado convencimiento. Son en su mayoría esferas de luz que nos reportarán extras en forma de pistas de música, personajes coleccionables y desafíos.
Dichos desadíos son lo único capaz de alargar la vida del juego para los más apasionados, aunque simplemente darán la posibilidad de volver a jugar los niveles del modo historia aunque esta vez con una tabla de puntuaciones para establecer nuestros records y competir con nuestros amigos.
Es de agradecer la posibilidad de utilizar los nuevos dispositivos de movimiento (Move y Kinect) para aquellos que prefieran apuntar con su varita como verdaderos magos, aunque su aportación no va más allá.
En conclusión, la última aventura de Harry Potter nos ha dejado un sabor agridulce, siendo un juego cuyo estilo no parece adaptarse demasiado bien a las posibilidades de este universo mágico y casi ilimitado. Sin embargo un apartado visual muy satisfactorio, una especial atención a la hora de aprovechar la licencia y un magnífico doblaje al castellano con las voces originales que ya lo quisieran muchos lo colocan como una opción a tener en cuenta por los fans de la saga. Seguro que lo querrán probar.
NOTA FINAL: 5
Posiblemente, pese a los fallos, la manera de intentar acercarse a la adaptación de la película en forma de juego fuese la más acertada. Quiero decir, era imposible desarrollarlo como los juegos anteriores. Aunque tienes toda la razón en que hubiesen jugado muchísimo mejor con las posibilidades de los personajes si se hubiesen esforzado en haberles proporcionado cierta individualidad. Pero ya sabemos como son J.K Rowling y su séquito últimamente: un poco vagos.