Hay tres cosas que son inamovibles en la cultura inglesa, y si no lo son deberían serlo: el té de las 5, el cambio de guardia y la cita con el Doctor… Who, claro. Esta semana terminó la sexta temporada del entrañable Doctor y queremos analizarla con todos vosotros. Eso sí, avisamos de que, si no habéis visto la sexta temporada completa podéis encontrar spoilers.
Cuando Russel T. Davis (48, Torchwood), dejó de encargarse de las historias de Doctor Who, entre los fans no pudo evitarse cierto escalofrío generalizado de preocupación. David Tennant (40,Fright Night) es, posiblemente uno de los doctores más queridos de toda la historia de la serie. Eso, añadido a que la quinta temporada, la primera con Matt Smith (29, Womb) como el carismático personaje, fue algo irregular provocó que se mirase con cierta inquietud esta sexta temporada.
Bien, Steven Moffat (50, Sherlock) nos ha recordado que él es el creador de episodios tan magníficos como el de “Blink” y ha creado una temporada mucho más serializada, mucho menos episódica y mucho más consistente que la temporada anterior. Ha convertido al Doctor en un guerrero sin que pierda nada de su esencia anterior. Y lo ha hecho otorgándole uno de los mejores malos que se ha podido ver últimamente en el televisor: El Silencio. Y es que Moffat ha demostrado ser un genio jugando con los miedos que no son tangibles, con la amenaza que sólo sientes llegar mirando por el rabillo del ojo, con lo inevitable. ¿Y qué mayor terror que el que se siente hacia la muerte? Porque el Silencio al fin y al cabo, así con mayúsculas, sólo puede significar una cosa: Muerte.
Y es magnífico ver como el Doctor y sus acompañantes se enfrentan a su propia mortalidad. En definitiva, una gran temporada, muy equilibrada, con un gran final, a la altura de las circunstancias.
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