Downton Abbey resultó ser el año pasado una de las series revelación de la temporada. Con una ambientación muy cuidada y un elenco de actores en estado de gracia conquistó a los telespectadores que esperaban una segunda temporada con mucho interés. La duda era si la ficción conseguiría mantener el alto nivel que la había caracterizado en su primera edición.
Cuando la temporada anterior terminó dejamos a la familia Crawley y a su servidumbre enfrentándose a una noticia que prometía tambalear toda su rutina: el estallido de la Guerra Mundial. Y eso es lo que nos hemos encontrado a la vuelta de la serie: Downton Abbey está patas arriba. Los jóvenes de todas las clases sociales son llamados al frente y cuando regresan, si regresan lo hacen en un estado deplorable. La guerra comienza a difuminar las clases sociales cuando los sirvientes dejan de ser lacayos y pasan a convertirse en soldados u oficiales. Además, arrastrados por Sybil Crowley, toda la familia decidirá convertir la finca en un sanatorio para oficiales.
Todas estas tramas prometen mantener al espectador pegado a la pantalla y todo ello sin descuidar sus señas de identidad más importantes: La interpretación de sus actores es impecable y la ambientación muy fiel sin descuidar una bella estética. Sin duda una serie a cuyo desarrollo habrá que continuar prestando una gran atención.