El cerco alrededor de Clay se estrecha cada vez más a medida que nos acercamos a los que serán los dos últimos capítulos de la temporada, tanto, tanto que le está asfixiando. Demasiada gente lo quiere ver muerto, y demasiada gente lo intentará, con mayor o menor éxito. El capítulo de hoy, “Burnt and Purged away”, deja la puesta a punto para el que, esperemos, sea un final digno de recordar.
El episodio comienza con un Opie taciturno y totalmente destrozado por la muerte de su padre teniendo una conversación ambigua con Gemma de la que saca lo que él quiere, dejando a la matriarca bastante descolocada. Una vez en el hospital, Gemma se entera de que Opie había ido a ver a su padre la noche anterior y comienza a atar cabos.
En cuanto a Tara, tras su encontronazo con Wendy y posterior ataque psicótico, decide contarle a Jax el ultimátum de su ex mujer. Jax, por su parte, le asegura que va a hacerse cargo personalmente tanto de Wendy, como de su madre, que le ha estado ocultando todo. Gracias a dios, en esta ocasión lo de “ocuparse de ella” no ha implicado romperle la nariz a nadie.
Por otro lado, los irlandeses llegan finalmente a Charming para el encuentro, con altercado por su parte incluido. Le expresan sus temores a Clay acerca del trato con el cartel, pero este les tranquiliza con su perorata de siempre. Jax aprovecha la ocasión y le deja claras las cosas a Bobby y a Clay: cuando termine todo, el club rechazará distribuir drogas para el cartel, poniendo como excusa a los irlandeses, y a la mañana siguiente él se irá con sus niños y su mujer, dejando a Bobby al mando de los SOA.
Por si fuera poco, ninguno de ellos sabe lo cerca que está de venirse abajo este intrincado castillo de naipes, ya que Potter está consiguiendo exactamente lo que quiere: por un lado la declaración firmada de Otto sobre todos los delitos cometidos en el club, y por otro, la hora y el lugar de la reunión del IRA con el cartel gracias a Juice.
Sin embargo, Clay no es de esos hombres que se conformen con cualquier cosa, por lo que decide ir a hablar con Tara directamente. Su postura es clara: dame las cartas o no dejaré que tú y Jax viváis felices y comáis perdices. Al salir de la habitación de Tara, Clay se da de bruces con Gemma que le advierte sobre Opie, justo antes de decirle que le quiere y darle un beso, que tiene aires de despedida.
Tras haber permanecido desde el principio del capítulo totalmente desaparecido, encontramos a Opie en el crematorio, viendo arder los restos de Piney junto a Wayne y, más tarde, junto a Jax. Finalmente, Opie desata su ira, apunta a Jax con una pistola, le revienta las ruedas de la moto y se va a buscar a Clay, que le está esperando, en cierto modo, en la mesa del club. Jax logra seguirle a malas penas y llega justo cuando Opie apunta a Clay con la pistola. Jax le pide que no dispare, que no le obligue a matarle. Dos tiros a Clay. Se acaba el capítulo. ¿Habrá muerto Clay?¿Estará grave pero aún vivo?
Una obra maestra del guionista, Kurt Sutter, que sin duda nos ha dejado a todos con la boca abierta. Destaca sobre todo la detreza que ha demostrado al hacernos ver a un único protagonista durante todo el capítulo: Opie. Y es que, a pesar de haber estado ausente durante la mayor parte del tiempo, la sombra de Opie se ha proyectado sobre la trama. Todos los personajes le andaban buscando y se preguntaban unos a otros dónde estaban, recordándonos en todo momento la incipiente amenaza. Sublime también la actuación de Ryan Hurst, tanto en el anterior capítulo como en este. Estoy deseando ver lo que nos depara el final de esta 4ª temporada.
Artículo escrito por: Catoute