Erase una vez: una serie que en un mismo episodio te da momentos brillantes junto a otros de autentico culebrón. Del malo además. Pero no nos adelantemos, como siempre, todos los detalles del episodio semanal de Once Upon a Time detrás del corte.

Los protagonistas de esta semana eran más infantiles que en otras ocasiones, en concreto Hansel y Gretel. Su historia como siempre vuelve a tener dos dimensiones, la del mundo de fantasía y la del mundo real. Y la calidad de la historia del mundo real ha flojeado bastante.  Plagada de clichés americanos sobre al buena paternidad o como un padre que se desentendió de sus hijos cuando le dicen que son suyos es incapaz de alejarse de ellos una vez que les ve las caras mirando tristes desde el cristal trasero de un coche.

Pero  el mundo de los cuentos es otra cosa. Por un lado tenemos a Emma Caulfield, que como  ya advertimos aquí hace unas semanas ha hecho una aparición estelar como la bruja ciega del tradicional cuento. Y es en los detalles de esta historia donde vemos porqué gusta tanto Once Upon a Time: la capacidad de contar los cuentos que todos conocemos con detalles nuevos que los hagan especiales. En este cuento el padre es un buen padre que es secuestrado por Regina, nuestra malvada reina de Blancanieves, que quiere robarle  a la bruaj ciega una manzana roja y jugosa con ciertas características especiales. Para ello necesita dos niños que se cuelen en la casa y los elegidos no son otros que Hansel y Gretel, los hijos del pobre hombre. Y la defensa que se hace de la familia resulta mucho más creíble cuando los hijos no dejan de confiar en un padre que nunca les ah fallado y se preocupa por ellos que cuando creen en un padre que no ha estado nunca ahí.

Por último parece que la costumbre de que no llegan extraños a Storybroke va a romperse con la aparición de un misterioso motero.