Cuando uno ha visto muchas horas de televisión, y la mayoría de los que estamos en este blog pertenecemos a ese grupo, llega un momento en el que sólo pides que te sorprendan. Y posiblemente eso sea lo más difícil que le puedes pedir a un guionista, porque has visto tanta televisión que te conoces todos los trucos. Pues eso está pasando con Once Upon a Time.

Once Upon a Time se está convirtiendo en Perdidos… pero con cuentos de hadas. La seria comienza a ir a la deriva y sólo lleva una temporada. Los episodios son entretenidos, los personajes resultan interesantes en mayor o menos medida y los finales están pensados para llevarte de una sorpresa a la siguiente. Pero hemos visto muchas series ya, señores guionistas, y esto ya lo hemos visto antes, igual que los personajes sacados de la manga, las explicaciones que aparecen por arte de biribirloque y que sólo sirve para plantar más dudas. No se ve una idea general que vertebre todo, se nota que no sabéis a donde vais. Y eso es malo, muy malo.

Después de ver estos últimos episodios,  de ver como el escritor de pronto es Pinocho y resulta que es el cuidador oficial de Emma después de dieciocho episodios sin dar ni una pista sobre su identidad; voy a arriesgarme a hacer una apuesta. Once Upon a Time nos enganchará, la veremos temporada a temporada, haremos teorías, ellos las negarán, la ciudad subterránea de la reina malvada crecerá temporada a temporada y cuando llegue el final no explicarán nada y nos sentiremos muy decepcionados. Y lo sabemos porque nos gusta la televisión. ¿Por qué la seguiremos viendo? Porque a veces el camino es tan entretenido que merece la pena ignorar que no te va a llevar a ninguna parte.