Los acercamientos entre la pequeña pantalla y los escenarios no suelen funcionar. Antes, cuando la televisión era entendida como un teatro en el salón de casa esa comunión era posible, después sus lenguajes y caminos se alejaron tanto que en las producciones sobre el teatro siempre se notaba algo artificial, algo que no cuadraba. Hasta esta serie de Steven Spielberg. Hasta SMASH.
Porque SMASH es puro teatro y además es televisión de la mejor calidad. Es buena televisión porque se permite tiempo para desarrollar los personajes y no te aburre mientras lo hace. Porque cuenta con unos actores más que solventes que, además, tienen unas voces grandiosas. Porque los guiones están bien estructurados y equilibrados para que ningún episodio de un bajón de calidad.
Todo eso está muy bien y es vital para que una serie funcione y aún así no es lo más destacable de SMASH. Esta serie es teatro, el caos corriendo de episodio en episodio. Caminar siempre por el borde de la navaja porque cualquier cosa en cualquier momento puede salir mal. El atrezzo puede estropearse, la actriz principal ponerse enferma, los productores desaparecer, el público no aplaudir cuando tu pensabas que iban a hacerlo. Y Aún así todo se sostiene y sale adelante porque esto es teatro y el show debe continuar. Porque aunque las vidas de los miembros de la compañía se desmoronen la obra siempre, siempre será más importante.
Eso es SMASH, aparte de todo un espectáculo que tiene la figura de Marilyn Monroe como inspiración principal. ¿Qué más se le puede pedir a una serie de televisión?