Lo que pudo ser y no fue… Rage

Rage

Rage fue uno de esos juegos cuya demo técnica dejó con la boca abierta a toda la comunidad de videoadictos. Los elaboradísimos primeros pantallazos de la ambientación, una ciudad post-apocalíptica al más puro estilo Mad Max, y más tarde un vídeo de uno de sus ciudadanos, un comerciante con un sombrero en forma de hongo y con un diseño muy singular representado con un gran detalle y unas animaciones por aquel entonces casi impensables, dejaron claro que nos encontrábamos ante uno de los juegos más fuertes en desarrollo. Y si además el estudio responsable era ID Software, los genios detrás de Doom o Wolfenstein 3D con el legendario John Carmack a la cabeza, la calidad del mismo era prácticamente una garantía.

Pero pasó el tiempo y el juego pareció quedar en el olvido hasta hace un par de años, cuando por fin estuvieron preparados para mostrarlo definitivamente. Se vio un juego gráficamente imponente, que pese a no sorprender tanto como la primera vez ya que el tiempo pasa para todos y la generación nos había dado juegos de excelente acabado visual como Crysis 2, entusiasmó a los amantes de los shooter gracias a salvajes combates contra espeluznantes mutantes y bandidos, carreras con vehículos armados y un vasto escenario que recorrer a nuestro antojo.

Fue precisamente este último aspecto, unido a lo rocambolesco de los personajes que intervenían en la historia, lo que hizo suponer que ID Software, apadrinados por Bethesda, nos iban a ofrecer un nuevo Fallout de verdadera calidad, es decir, sin esos terribles bugs que ya son marca de la casa de la popular franquicia rolera, con un motor gráfico de altura y más enfocado a la acción para que resultara accesible a todo tipo de públicos.

Pero no, solo hace falta una horita en el universo de Rage para que el jugador se de cuenta de que la sensación de sandbox es solo eso, un espejismo. Cierto que nos podremos mover por distintas rutas con nuestro coche, que seremos atacados y completaremos misiones en diversos asentamientos, pero tras un par de encargos a buen seguro nos conoceremos a la perfección los alrededores. La limitación de los escenarios es, sin duda, uno de los puntos más decepcionantes del título, y al jugarlo es imposible no hacer una mueca cuando pasamos por el mismo sitio una y otra vez o debemos bajar del vehículo para completar un objetivo en el mismo lugar varias veces seguidas, bien realizando una misión principal o alguna de las secundarias, tan sencillas como escasas.

En mi memoria quedará aquella misión en la que, en los primeros compases del juego, has de ayudar a un pequeño grupo de trabajadores que a cambio de medicinas y demás mercancías te mandan a buscar a uno de sus colegas que marchó hace días a un territorio lleno de peligros que en realidad se encontraba… ‘¡saliendo por la puerta y cruzando al otro lado de la carretera! Hilarante.

Rage

Es, por tanto, un juego de acción en primera persona disfrazado de Fallout. A veces disparar en nuestro vehículo a bandidos motorizados es entretenido y la verdad es que la conducción está muy bien resuelta pero diantre, es muy fácil que acabe resultándote tedioso y más aún cuando pasas mucho tiempo de juego yendo del punto A al punto B sin que la acción avance como debería. De hecho, la impresión que da es que, con el fin de que el juego no tenga una duración de entre 8 y 10 horas como el resto de sus semejantes, han insertado este tipo de mecánicas para alargar la experiencia pese a que la misma no es a la larga ni mucho menos divertida para el jugador.

El segundo punto más criticable del juego es claramente la historia, ya que la misma simplemente es inexistente. ¡Cuántas posibilidades desaprovechadas! No es que un juego de acción en primera persona deba tener un guión a la altura del de Metal Gear Solid, pero hoy en día las grandes producciones se esfuerzan en potenciar el interés del título a través de una guión con algún que otro giro inesperado, diálogos bien escritos y alguna escena que permanezca en la retina, pongo como ejemplo el reciente Max Payne 3, otro juego de acción a raudales.

Nuestro personaje, del cual no tenemos la más mínima información, empezará su aventura una vez despierte en el arca, un artefacto en el que ha pasado en hibernación un cataclismo que ha dejado el planeta en ruinas, y minutos después casi por arte de magia estaremos junto a un tipo la mar de afable ganándonos la vida con encargos cada vez más complejos. Las amenazas son constantes: mutantes irracionales, bandidos sin escrúpulos y por supuesto la Autoridad, una facción con lo último en tecnología (sí, ellos sí que la tienen) que parecen haber tramado una conspiración que irá desvelándose poquito a poquito hasta llegar a un final absolutamente abrupto y un tanto decepcionante.

Lástima, pues los personajes están muy bien diseñados y podrían haber dado mucho de sí con unos buenos textos, aunque en el juego se limiten a mandarnos hacer trabajos constantemente, comerciar o invitarnos a echar carreras con su bólidos. En definitiva una excusa para enlazar misiones de manera algo torpe y mostrarnos el acceso a algunos minijuegos.

Rage es un juego que parece no haber acabado de cuajar. Con el fin de introducir un poco de variación en el género y algunas buenas ideas, que las tiene, han probado a mezclar pinceladas de diversos géneros que hacen que el conjunto resulte un tanto confuso, que presenta un amplio abanico de posibilidades que una vez quieres explorarlas acabas encontrándote con una pared.

Porque todo el que haya jugado coincidirá en que los momentos más brillantes del título son aquellos de acción pura y dura con un arma en la mano, aquel apartado en el que los chicos de ID Software tienen muy poquitos rivales a la altura. Tiroteos trepidantes a lo “yo contra el mundo”, enemigos inteligentes, con animaciones impresionantes (solo hay que ver esos mutantes que fintan, saltan a las paredes y al techo para no ponerte fácil el acertarles y luego de abalanzan sobre ti sin piedad), gráficos soberbios y escenarios detallados e inmersivos entre los que sobresalen algunos como la Ciudad Muerta.

Rage

Una experiencia como las de antes con los recursos de las nuevas máquinas, de hecho casi se diría que el juego está un paso por delante de la actual generación camino de la siguiente, aunque las versiones de consola no es tan satisfactoria como la de Pc ya que los enormes tiempos de carga de las texturas una vez empiezas la partida o entras en una nueva estancia son demasiado evidentes y hubiesen requerido de una mayor optimización.

Por pedir, hubiésemos querido más aplicaciones para las armas más allá de los diversos tipos de munición para rifles y ballestas, algo en la línea de lo visto en Resistance 3, un mayor sentimiento de grupo a la hora de encarar el asalto final a Capital Prime con la Resistencia como sí ocurría en Red Faction y por supuesto mejores jefes finales, puesto que los pocos que se encuentran durante la campaña pasan absolutamente desapercibidos. Muchos de hecho carecen de rutinas de ataque y hemos de limitarnos a dispararles hasta que su barra de vida se desvanece. Ese es el punto en el que el sabor retro del título muestra su desventaja respecto a otros juegos. Porque dada la saturación que sufre este género, quedar por encima de tus rivales en todos los apartados es toda una utopía. ¿O no?

Raro es que dentro de unos años no veamos una segunda parte del título. Esperemos que para entonces la potencia desmedida de las nuevas consolas y artículos como el que estáis leyendo sirvan para que Carmack y sus chicos se pongan las pilas y nos ofrezcan el juego post-apocalíptico definitivo, el que creíamos que iba a ser Rage y que, por mucho que se esforzaran, no lo fue.

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