Hay que reconocerle algo a True Blood, cuando parece que el absurdo ha tocado techo, llega la semana siguiente y ¡pam! De nuevo alcanza cotas inimaginables. Esto en otra serie sería malo, pero el producto de Allan Ball siempre ha jugado con el absurdo, con ser un poco estúpida y arrancarte la carcajada en el momento más inesperado.

No nos engañemos, en lo que llevamos de temporada todos recordaremos la borrachera “vampiril” a base de sangre de Lillith, que parece que va  a ser un punto central en esta temporada, caminando por las calles de Bon Temps con los ojos vidriosos. Pese a esto y a que la trama de la Autoridad es una de las más fuertes de la temporada, no termina de convencer ese aire híper-religioso que le están dando a todo el asunto. Esperaba que Nora, diese más juego.

Por otro lado los personajes no han cambiado mucho en estas temporadas, Bill continua siendo un arribista que no tarda en cobijarse al sol que más calienta (permítanme el uso de esta expresión aunque se trate de vampiros). Mientras que Eric, es más fuerte mentalmente gracias a las enseñanzas de Godric.

Por otro lado, Hoyt sigue sumido en una espiral de autodestrucción que, aparte de aburrida, probablemente acabe con él o con Jessica muertos. Espero que la víctima no sea la vampira más adorable de toda Luisiana.

Y por último, continua avanzando la relación entre Tara y su creadora y no podemos negar, que la amiga de Sookie gana enteros cuando se encuentra en el bando de los vampiros.