Analizamos si Call of Duty: Black Ops 2 todavía mantiene el trono

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La franquicia más fructífera de Activision cumple con su cita anual y nos trae una nueva entrega de Call of Duty de la mano de Treyarch, que ha optado por desarrollar una secuela de su título más completo, el estupendo Black Ops. Desde que abandonaran la Segunda Guerra Mundial, un conflicto bélico cuyos juegos ya empezaban a caer en la repetición y en el tedio, su aproximación a la guerra moderna no ha podido ser más bienvenida. Ya sea con el sello Modern Warfare o con el que hoy nos ocupa, los últimos años el estudio ha visto como su juego estrella se situaba en lo más alto del género de los shooter en primera persona comiéndose por el camino al Medal of Honor de Electronic Arts, otra saga que en su día fue absolutamente reverenciada, y en menor medida Battlefield, aunque estos están presentando una feroz batalla gracias a un modo multijugador con una gran base de fans.

Con las consolas actuales exhalando su último aliento, este año el desafío era enorme. Mantener la nueva entrega en el mejor nivel y no decepcionar a nadie para seguir siendo el referente. ¿Lo han logrado? Pues vamos a verlo.

Si al mirad la caja os parece que Black Ops 2 son tres juegos en uno no vais muy desencaminados. De hecho, así lo han intentado vender. Tenemos el modo campaña, el multijugador y el modo zombies. Muchas horas metidas en un solo disco para justificar la inversión, aunque como siempre en estos casos lo esencial es tener un buen producto para seguir enganchando al público. Empecemos por la campaña.

He de decir sin ninguna duda que Treyarch ha hecho los deberes y ha aprendido mucho de Infinity Ward, tanto que sus juegos ya resultan incluso más divertidos que los de sus colegas. Gran culpa de ello lo tiene la historia, la mejor de la franquicia y superior a la de la mayor parte de los juegos de acción del momento, aunque para eso han contratado al guionista de El caballero oscuro. Una vez más todo luce al nivel de toda una superproducción de Hollywood, rostros de actores conocidos interpretando diversos papeles, un apartado sonoro fantástico, la espectacularidad y el ritmo constante de las mejores películas de acción… Ocho horas de juego en las que no tendremos un minuto de descanso en nuestra feroz lucha por capturar a Raúl Menéndez, un villano como pocos hemos visto al que presta la voz Jordi Mollá que nos sumergirá en una trama conectada con el anterior Black Ops en la que repetirán personajes conocidos y que irá saltando en el tiempo de la guerra fría a un futuro cercano. Puede que al principio sea algo confuso pero según avanzan los acontecimientos todo cobra sentido y las piezas encajan perfectamente. De hecho, recorrer diversas zonas del globo en misiones suicidas nunca tuvo más sentido, al igual que la posibilidad de manejar en cada momento a un personaje para dar coherencia a la historia, incluyendo al propio Menéndez para entender las motivaciones de este terrorista obsesionado por hacer arder el mundo gracias a la avanzada tecnología armamentística de las grandes potencias.

Porque sí, nos encontraremos en un futuro cercano, nada de fusiles de rayos láser ni alienígenas como en Halo, un futuro en el que aviones no tripulados, drones que apoyan a las tropas y vehículos blindados de gran poder de destrucción son la base de la nueva «guerra moderna». Algunos se han quejado ya de que sigue siendo el Call of Duty de siempre y que la tecnología no supone una variación significativa en la fórmula original del juego. Y es cierto, no altera demasiado la mecánica, seguimos encontrándonos ante un juego de avanzar y disparar a lo que se mueva, aunque sí es cierto que hay puntos interesantes. El camuflaje óptico, las mirillas que detectan enemigos a través de las paredes, la opción de controlar a los drones… son pequeñas pinceladas refrescantes que sí gustarán a los aficionados. También el poder subirse a vehículos en momentos puntuales, y aunque su control es simplemente correcto dan variedad a una campaña que tiene un matiz muy diferente a las anteriores, la capacidad de elección.

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Hartos de las críticas de que los entregas son demasiado lineales, se ha decidido incluir objetivos secundarios en cada una de las misiones para potenciar la rejugabilidad del modo para un jugador y, muy especialmente, diversos puntos en los que ya sea por nuestra habilidad con el mando o por haber elegido entre varias opciones en una situación límite, el argumento sufrirá modificaciones dando como resultado varios posibles finales. Una buena manera de que el jugador procure jugar con cabeza desde un primer momento, aunque sí es cierto que a veces acertar es un tanto aleatorio y que deberemos retroceder un poco para volver a intentarlo hasta lograr nuestra meta de la manera deseada.

También, para que el juego sea algo más largo y sobre todo desafiante, se han incluido las llamadas misiones de Fuerza de Asalto, que aparecerán en mitad de la campaña según vayamos avanzando dándonos un tiempo determinado para completarlas antes de que desaparezcan. Son pequeñas misiones relacionadas con lo vivido en la trama principal ambientadas en mapas cerrados en los que nos podremos mover en libertad. El objetivo puede ser liberar un rehén, matar al líder de una facción o proteger una base, con lo que contaremos con un número limitado de efectivos en forma de soldados o drones con los que deberemos hacer frente a las múltiples oleadas de enemigos que vengan a por nosotros. Se trata de un modo en el que aunque podremos participar directamente en la acción tomando el control de cualquier unidad en pantalla, nos veremos obligados a usar un mapa táctico para ejecutar unas ódenes muy simples con las que dirigir nuestras tropas. Introduce la estrategia de una manera muy básica que no ha sido tan bien implementada como desearíamos, y aunque es un soplo de aire fresco para el jugador y son un tanto complicadas de superar, ojalá el control hubiese sido más intuitivo.

Porque tras la brillante presentación, la diversión a raudales y la historia tan inmersiva, que hace que la competencia siga palideciendo en las comparativas, tenemos un par de puntos muy criticables que hay que comentar. El primero, la inteligencia artificial, que es absolutamente desastrosa. Ya no de nuestros compañeros, que tienen más voluntad que acierto, sino de los propios enemigos. Dar la vuelta a un edificio y encontrarnos un guardia estático de espaldas al que disparamos a placer cuando tendría que estar buscándonos a la carrera es el pan de cada día en Black Ops 2. Las impresiones no son buenas cuando llevas unas horas jugando, ya que como es costumbre en la saga los adversarios se lanzan a por nosotros sin pensárselo dos veces siendo meros blancos para nuestro fusil y cuando asaltamos sus posiciones su reacción es confusa, desorganizada y en muchos casos muy lenta.

El segundo no es tanto un defecto de programación sino un estancamiento de estos juegos en general, no es solo problema de Call of Duty. La franquicia sigue siendo una delicia de jugar, y por muchas explosiones o soldados que haya en pantalla no sufriremos ralentizaciones en prácticamente ningún momento. Sin embargo la tecnología es la que es, y el motor gráfico, pese a que es mejorado año tras año, es el mismo que hace ya cinco años. Black Ops 2 es el mejor de la saga, el que mejor luce, el más divertido, pero también el que menos sorprende pese a su dinamismo y sus notables valores de producción. El salto entre los dos Black Ops no es demasiado grande, y dado que es una saga muy efectista está pidiendo a gritos una mejora tecnológica que, a buen seguro, le darán una vez aterricen las nuevas plataformas. Si no, el año que viene no podrá aguantar el ritmo de producciones como Crysis 3, que se jactan de estar a la vanguardia de la tecnología.

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Pero claro, todo lo que hemos explicado hace referencia al primer tercio del juego, porque para sacarle todo el partido a Black Ops 2 tienes que jugar en compañía, donde también siguen siendo los números uno. El multijugador cuenta con un diseño de niveles tan magnífico como siempre, con partidas más compensadas que nunca en las que podrán jugar hasta 18 personas y en las que se ha tenido en cuenta todo el feedback de los usuarios. Y por supuesto el modo zombies, más largo y completo que nunca que tras el éxito de sus dos anteriores incursiones en el universo Call of Duty llegan como una propuesta formal y una parte indispensable del juego. Varios escenarios, un autobus muy peculiar y un mundo post-apocalíptico en el que enfrentarnos a horas de no-muertos en calles, edificios, granjas y en definitiva un área muy extensa en las que deberemos confiar en nuestros compañeros (un máximo de cuatro) para mantenernos a salvo.

¿Que si Call of Duty mantiene el trono? Yo diría que sí. Vuelve como acostumbra, puro espectáculo, pura acción. Con sus virtudes y defectos, no defraudará a los más entregados aunque la pelota está claramente en su tejado. Este año es el último en el que puden seguir acomodados y mirando al resto desde arriba, puesto que las ventas hablan por sí solas. Sin embargo, va siendo hora de pedir más, una evolución como la que sufrió la saga con el primer Modern Warfare, cambios sustanciales y una tecnología acorde con lo que Activision pretende de estos juegos. Lo pueden conseguir.

NOTA FINAL: 8,7

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