Las comparaciones son odiosas y entre hermanos mucho más, aún le falta recorrido a NCIS: Los Ángeles para llegar al nivel de NCIS pero eso no significa que no vaya por el buen camino.

He de decir que el primer episodio de esta cuarta temporada me decepcionó un poco, sobre todo por el gran episodio final de la tercera. Tenía ganas de ver como resolvían ese magnífico cliffhanger pues a mi parecer se habían quedado sin salida. Y debe ser que los guionistas pensaron lo mismo, y como es de sabios rectificar, reescribieron el final de la tercera temporada para que Chris O’Donnell pudiera continuar en la serie. El caso es que a pesar de estar bien reescrito y tapar todos los huecos yo me sentí engañada.

A partir de ahí la cosa ha ido a mejor con episodios cargados de acción, escenas cortas y rápidas, humor, puro entretenimiento y adrenalina. La verdad es que NCIS: Los Ángeles no se para mucho a profundizar pero cuando lo hace te sorprende y sin darte cuenta acabas dándole vueltas durante un rato.

Las mejores tramas, como siempre, son aquellas en las que nuestros agentes favoritos se ven envueltos, como aquella en la que por fin conocemos a la mujer de Sam. Tras poner punto a la historia de la familia de Callen se están centrando más en Sam, Kensi y Deeks, para el que por lo que se ha sugerido en el último episodio tienen planes interesantes.

NCIS: Los Ángeles no se complica la vida y si hay alguna trama demasiado complicada no temen dejarla abierta para continuarla más tarde. En esta cuarta temporada se atreven más con el humor y nos van dando datos curiosos de los personajes en cada episodio. Además parece que por fin Kensi ha admitido, aunque sea para sí misma, sus sentimientos hacia Deeks. Esta pareja es una de las más divertidas de ver en televisión con sus tiras y aflojas, esperemos que no tarden tanto como Ziva y Tony.