Me encuentro en una encrucijada dolorosa. Por un lado quiero ver los últimos episodios de Fringe porque sé que me van a encantar (es Fringe, ¡duh!) por otro, son los últimos episodios de Fringe. Tengo ganas de verlos pero al mismo tiempo lo retraso porque ya no habrá más. Voy a verlos. Detrás del corte hablamos del final de serie. Con Spoilers.

Aww, sabía que iba a llorar. Sobre todo con las despedidas de Walter con Astrid y Peter, y con el tulipán blanco. Tres últimos episodios magníficos para una serie magnífica con los que cierran el círculo no solo de la quinta temporada también de la serie entera. Si estos tres últimos episodios tuvieran pocos alicientes, además hemos visto a  Septiembre, Bolivia, Lincoln y Broyles. Me he pasado todo el último episodio temiendo que fuera a morir ¿Vosotros no?

Fringe siempre ha unido paradojas: ciencia/esperanza y fe, inteligencia/emoción, sacrificio/destino, odio/amor. Porque al fin y al cabo eso es de lo que habla. Y en “The Boy Must Live”, “Liberty” y “An Enemy of Fate” lo muestran más que nunca. Por la fe en que el plan va a salir y Olivia y Peter van a recuperar a Etta. Porque es la unión de la inteligencia y la emoción lo que hace al chico más evolucionado que los Observadores. Porque da igual si es el destino de Septiembre o de Walter cuando el sacrificio significará cambiar el destino. Y porque incluso el Observador más obstinado siente. Porque por el odio de Windmark está el amor de Peter y Oliva, de Walter por su hijo y por Astrid.

Tengo un vacío en el corazón, siempre me pasa cuando acaba una serie. Voy a echar de menos Fringe, la relación de Peter y Olivia, las locuras e inimaginable inteligencia de Walter, los detalles, las referencias y los códigos cómo el número del apartamento de Diciembre, el tulipán blanco, la mención de Agosto, y los glifos de los episodios.

Lo que más me gustaba de Fringe es que desde un principio sabían a dónde iban, qué era lo que querían contar y puede que tardaran un poco (había muchas cosas que presentar) pero siempre fueron fieles a esa idea y nunca engañaron al espectador. Me encanta la forma en que hablan de los sentimientos, su facilidad para tocar la fibra sensible sin ir a lo de siempre, a lo fácil. El hecho de que consideren los sentimientos y las emociones tan importantes como la inteligencia y el conocimiento.

La calidad de Fringe es innegable a pesar de que algunos no lo quieran considerar. Las interpretaciones de los actores son buenísimas, lo que ha hecho John Noble con el personaje de Walter Bishop en estos cinco años no merece un premio, merece todos porque cada semana nos daba lecciones magistrales de interpretación. Muchos los pasarán por alto pero tenía diálogos que eran para enmarcar. Tramas, historias y episodios que además de ser inteligentes eran originales, entretenidos y te hacían pensar. Es una serie que hay que ver varias veces porque cada vez que la ves sacas algo nuevo y porque tiene mil detalles, ideas, imágenes y gestos que analizar. Cuando la vuelves a ver una vez entera, entiendes cosas del principio y del final y de casos que parecía que no tenían relación, todo en Fringe está conectado.  Es entonces cuando puedes apreciar lo buena que es esta serie.

Solo me queda decir gracias. Gracias por cinco años increíbles. Gracias por dejarnos viajar entre mundos con vosotros y habernos hecho partícipes del universo Fringe. Gracias por querer a los fans y regalarnos todo lo que nos habéis regalado estas cinco temporadas inolvidables. Gracias Fringe.