En “Death Goes Crazy” un promotor de vídeos de universitarias de fiesta con poca ropa es hallado muerto en un club. La lista de sospechosos es larga empezando por cada novio y padre furioso.

Pues este episodio no me ha acabado de gustar, fíjate. Lo he visto un poco flojo. El caso no me ha llamado nada la atención, incluso la investigación me ha parecido un poco aburrida. Me ha hecho gracia Esposito y su distorsionado sentido de lo atractivo, a parte de sus bromas malas. Me ha gustado que también hubiera tíos buenos y no solo tías buenas. Que por una vez fuera Beckett la que se distrajera con los cuerpos de esos chicos y no Castle con los de las chicas. Pero el capítulo en sí ha estado por debajo de lo que normalmente nos tiene acostumbrados Castle.

Me quedo con la trama del blog de Alexis y la preocupación de Castle. Las escenas son muy buenas, no solo por la química entre Molly Quinn y Nathan Fillion. Si no porque no trata de ser condescendiente si no mostrar que aunque estas generaciones han nacido con un móvil debajo del brazo y un ordenador entre las manos, aún así, hay que tener cuidado con lo que se dice y se pública en Internet, sobre todo cuando son cosas personales.