Tenía muchas ganas de que empezara esta tercera temporada de Miranda. La he descubierto recientemente y no paré de reírme con sus dos primeras temporadas que me vi en un fin de semana. Así que cuando supe que volvería no podía estar más contenta. Such fun!

Miranda (Miranda Hart) sigue estando igual de siempre con sus locuras, su humor, sus bromas, su amor por la comida pero además esta temporada se echa novio. Aunque no sea Gary (Tom Ellis) nos gusta porque la quiere a pesar de que no sepa cocinar, tenga frutiamigos, y cante en mitad de una frase sin poder evitarlo. Porque aunque Miranda no sepa comportarse como un adulto y la tachen de infantil, puede tener una relación seria. Además es justamente el hecho de que Miranda no se tome nada en serio, bromee y juegue lo que más nos gusta. No digáis que alguna vez no habéis pensado tener alguna de sus salidas.

Los seis episodios de esta tercera temporada son bastante entretenidos y siguen teniendo escenas en las que la carcajada está asegurada, aún así no es tan buena como las anteriores. Parece que los episodios son más largos y no porque hayan prolongado su duración. Los pocos escenarios a veces resultan un poco claustrofóbicos y las coletillas típicas de algunos personajes ya no hacen tanta gracia cuando las oyes una vez mínimo por episodio. Ha habido capítulos muy frustrantes como “Three Little Words” en el que Miranda se da cuenta de que al que quiere en realidad es a Gary, y Stevie  (Sarah Hadland) la persuade para que se lo diga, pero no hay forma de que Miranda lo haga entre sus miedos y obstáculos varios, lo que provoca que te rías pero también te irrites mucho. Como el final, cuando pensábamos que iba a pasar lo que queríamos le da la vuelta, nos deja a medias y marea la perdiz.