Broadchurch se despidió la semana pasada con la seguridad que te da saber que has renovado por una temporada más. Pues que no cuenten conmigo para verla.

Broadchurch empezó bien, con algunos clichés, como sospechar del padre, pero que podías tragártelos. El problema es que en un punto se les fue. En cada episodio sospechaban de alguien, y ese alguien tenía algo que ocultar. Con lo que entendemos que ese pueblo es el paraíso de los criminales y personas con pasado oscuro de Inglaterra.

Si al principio me parecía que la serie no se iba al morbo, el último episodio me hizo un ¡Zas! en toda la boca. A lo largo de la temporada hemos visto como la serie iba siendo más desagradable, más absurda porque no hay nadie de ese pueblo que se salve, pero el último episodio alcanzó unas cotas mórbidas demasiado elevadas. Y no soy novata en series policiacas y thrillers.

No es que la serie sea solo deprimente y desagradable es que es sensacionalista, es que lo pasas fatal y te deja un mal cuerpo que aunque lo intenten solucionar con la chorrada de las antorchas no puedes más que cabrearte.  Da la sensación de que no tenían ni idea de a dónde iban y se dirigían según soplara el viento, los detectives lo que se dice investigar, poco, más bien se van topando con las cosas, es el asesino el que confiesa y se lo da todo hecho al final.

Además Broadchurch era previsible, pensaba que me iban a hacer un giro argumental en el último momento, para sorprenderme un poco, pero no. Encima la explicación que te dan es la más ridícula del mundo. La escena del hotel entre Hardy y Miller hablando del corazón de las personas me pareció el colmo.

Una decepción pues la serie contaba con un reparto bastante interesante, que es lo único a destacar de ‘Broadchurch’, pero que ni siquiera hacen que merezca la pena verla.