Happy Endings (Finales felices) ha terminado su tercera temporada con un futuro incierto. El hecho de que los actores estén buscando otros papeles y que ABC, la cadena donde se emite en Estados Unidos, en España podemos ver la serie en la MTV, hayan puesto los últimos episodios de dos en dos no da muy buenas vibraciones. Pero nosotros a los nuestro que es comentar la serie.
‘Happy Endings’ es una serie que se ve con facilidad, dura 20 minutos, es una comedia e igual que viene se va. Es una serie para ver en esos ratitos de tiempo libre cuando no tienes nada qué hacer.
Quizá el mayor problema de Finales felices sea su nivel de exageración. Sí, es una comedia, la gracia está en llevar las situaciones y los personajes al límite rozando el ridículo, y lo hacen muy bien, tal vez demasiado. Son tan extremos que te ríes de los personajes, no con ellos y cuando intentan poner algo de seriedad o sensatez no te lo crees. Además les ponen en situaciones demasiado estrambóticas. Como el episodio de las bromas de Max, son demasiado bestias. No han encontrado el equilibrio.
Echo de menos los primeros episodios, y decir esto en la tercera temporada ya es serio. Happy Endings nunca ha sido una serie que me mate a reír, pero siempre tenía algún punto en el que soltaba una carcajada. Los capítulos de esta season me han parecido curiosos, pero poco más. Daba sensación de qué hacían episodios por hacer. La trama más larga, la de la boda de Penny ha quedado en nada, pero se veía mucho antes de que ocurriera. Ha habido momentos, incluso en los que me he aburrido y he tenido que hacer un gran esfuerzo por ver el siguiente capítulo porque solo pensar en ellos me daba pereza.
Aún así ha habido algún que otro buen episodio, y alguna que otra buena gracia, e incluso bromas sobre la serie como la hermana Kercovich de la que nunca se ha hablado ni ha aparecido en flashbacks, o que el último episodio sea una boda, ya toda una tradición de Happy Endings ¿Qué mejor final feliz que una boda?