Enlightened

Cancelada al final de su segunda temporada por falta de audiencia las críticas han sido siempre unánimes a su favor.

Enlightened

Amy Jellicoe encarnada por la larguirucha Laura Dern (se llevó un Globo de Oro en la primera temporada) es la típica compañera problemática de trabajo: comprometida hasta el dolor de cabeza e ingenua hasta poner en evidencia. Tras un percance laboral y un corto viaje decide convertirse en una “agente del cambio”. Volcarse en hacer el bien, en propagarlo, y, en la medida de lo posible, eliminar el mal.

Peligrosísimo.

A pesar de la fotografía llena de luz y color -parecida por ejemplo a ‘Chuck’- la atmósfera de la serie, sin embargo, es opresiva y deprimente por la situación de sus protagonistas principales, que van de derrota en derrota.

No sé si os acordáis del pusilánime amigo de Jack Black en “Escuela de Rock”, un tipo con las cejas rubias y cara de panoli, siempre con media sonrisa de no haber roto un plato, o de haberlo roto; pues es el compañero de Amy en su infierno laboral. Además el actor resulta ser también el guionista, el productor ejecutivo, y el creador, junto con la Dern, de la serie. Mike White, se llama el pollo, no os descojonéis.

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La grima de los primeros episodios va tornando en cariño hacia Amy y sus amigos a medida que transcurre la serie e identificamos el corporativismo inmundo que les rodea. Son unos héroes y ni siquiera lo saben pero empiezan a intuirlo. Los buenos sentimientos no van a ninguna parte, pero por lo menos, y no es poco, los reconocemos. En la segunda temporada pasarán a la acción.

Amy quiere. Y quiere de verdad. “Del todo, con locura, para siempre, como querían antes las hembras de la Tierra”, como dice Luis Alberto de Cuenca

Una serie valiente en todos los sentidos. A contracorriente.

Fdo: Atonito Perpetuo (@jgarpenload)

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