Que la producción de la HBO fue una de las series revelación de la pasada temporada se nota y mucho nada más abordar la continuación de este atípico thriller policíaco firmado por el reputado guionista Nic Pizzolatto. True Detective ha perdido su carácter de sleeper para confeccionar una nueva historia que, si bien difiere en estructura y decorado respecto a la investigación que protagonizó Matthew McConaughey junto a Woody Harrelson, va a por todas y se esfuerza por mantener intactas algunas de las esencias de la serie más apreciadas por los fans.
Los tres capítulos que abren la nueva tanda, a los que hemos tenido acceso por cortesía de Canal Plus Series, trasladan al espectador a una ciudad imaginaria del estado de California en el que acaecerá el asesinato de uno de los principales socios de un ambicioso proyecto de construcción capaz de hacer despegar la maltrecha economía de una localidad abrasada por la industrialización de sus terrenos.
Éste será el detonante de una oscura trama de corrupción cuya investigación va a entrelazar las vidas de cuatro personas de lo más dispares: Frank Semyon, un antiguo gangster reconvertido en hombre de negocios al que pone rostro Vince Vaughn; Ray Velcoro, un policía corrupto y esclavo de sus vicios interpretado por Colin Farrell; Ani Bezzerides, una endurecida sheriff acosada por sus problemas con el alcohol y el juego a la que da vida Rachel McAdams; y Paul Woodrugh, un atormentado veterano del ejército que se gana la vida en la moto como patrullero y que corre a cargo del actor Taylor Kitsch.
Sus alianzas, simpatías, enemistades, secretos y medias verdades configurarán una complicada red en el que estos cuatro protagonistas deberán desenvolverse para hallar la verdad. Todos ellos, independientemente de su grado de compromiso con el caso, se verán frecuentemente lastrados por un estilo de vida autodestructivo con el que se esfuerzan por enterrar sus miedos, inseguridades y toda una problemática que va desde el uso excesivo de la violencia a aquella de índole puramente sexual a base de cigarrillos y vasos de whisky sin hielo.
Envolviéndoles a todos, una urbe sórdida y enloquecedora que bebe de las tendencias de un renacido cine noire y que supone una de las principales novedades de esta temporada, que abandona casi por completo los entornos rurales y que ilumina tenuemente con los postes de luz de una autopista sin fin un caso que, si bien hace gala de una naturaleza menos morbosa respecto a lo visto anteriormente, sigue contando con una iconografía muy acusada y un gusto por lo gótico que de nuevo resulta de lo más perturbador.
Una vez más, Pizzolatto fía gran parte del buen hacer de la ficción a un reparto mucho más coral con el que dinamizar una historia cuya narrativa nunca se apresura más de lo debido. Merece la pena destacarse el papel de Farrell en la serie, recogiendo en cierto modo el testigo de McConaughey y dotándola de ese alma oscura sin la que True Detective no podría sobrevivir. También el de Vince Vaughn, sin duda la apuesta más arriesgada del elenco pero cuya seriedad a la hora de afrontar su personaje hace que nos olvidemos muy pronto de sus infames trabajos en la peor comedia americana para abrazar uno de los tipos más interesantes de cuantos aparecen en pantalla.
Baste decir por ahora que la ficción sigue fiel a sí misma y que, pese a las notables novedades en su formato, promete ser uno de los platos más sofisticados de la temporada estival. Ah, y mucha atención a su nueva cabecera que en lo musical pero muy especialmente en lo visual vuelve a ser un referente indiscutible.
Vamos a ver, después de leer este artículo no me cabe la menor duda de que la serie me enganchará. Creo que el elenco de actores está muy bien seleccionado, y si los guiones están a la altura, será imprescindible verla.
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