Ayer a las 22:15, tan sólo un día después de su emisión más allá del charco, Canal+ Series estrenó  en España la segunda temporada de Outlander, la adaptación a televisión de las novelas de Diana Gabaldón que ha sido uno de los mayores éxitos de Starz. La temporada anterior dejaba a Claire y a Jamie en una situación delicada y la verdad, teníamos muchas ganas de verles regresar a ambos. Y el capítulo no decepciona.

Nuestros protagonistas esta temporada cambian los tartanes por el miriñaque francés ya que  las acciones de Black Jack Randall- y las suyas propias- los forzaban a marcharse de Escocia si no querían verse perseguidos sin cesar por los casacas rojas. Así, se presentan en Francia con una agenda muy ocupada: no sólo quieren encontrar un lugar donde Claire pueda tener a su hijo en paz  armonía – o al menos con toda la tranquilidad que pueda permitirse una protagonista de una serie, que es casi ninguna-,  y lograr que Jamie poco a poco sane de cuerpo y mente después del calvario por el que tuvo que pasar a finales de la temporada pasada; sino que también quieren cambiar la historia y evitar la rebelión jacobita que finalizó con la batalla de Culloden y la muerte de los clanes.

Y es que al final cualquier historia de viajes en el tiempo que se precie de serlo debe plantearse la pregunta del destino. ¿Debemos aceptar que hay cosas que no podemos cambiar por mucho que queramos? ¿O debemos intentarlo? ¿Hay ciertas personas que están destinadas a estar juntas? ¿Podemos cambiar hechos que en principio están escritos en piedra (en este caso literalmente)?

El viaje a Francia le da a Claire y a Jamie la oportunidad perfecta para intentar poner a prueba la Historia ya que el príncipe Carlos y los principales apoyos a su causa se encontraban precisamente en ese país. En el proceso harán aliados y enemigos- porque los Fraser tienen muchos dones pero la diplomacia no es uno de ellos- y se verán obligados a adaptarse a una cultura diametralmente distinta a la de las Highlands. Hasta la canción del opening ha cambiado las letras al francés a mitad de la melodía.  Quelle surprise!

Outlander estaba llena de pasión en su primera temporada pero esta segunda, al menos en su comienzo ha dado la oportunidad a sus protagonistas de explorar más en profundidad sus papeles ahora que sus personajes ya han sido establecidos. Pero por muy brillante que sea el trabajo de Balfe y Heughan -especialmente de la primera- sigo pensando que la verdadera arma  secreta de la serie está en Tobias Menzies. El actor pivota entre el malvado Jack Randall y el atormentado Frank del siglo XX con una soltura envidiable. Y la premiere de esta segunda tanda de episodios deja entrever una evolución interesante del hasta ahora  abnegado marido de Claire.

En definitiva, una temporada que seguro que no queréis perderos, mon amies.