¡Ojo, SPOILERS!

Penny Dreadful no podría existir sin Vanessa- ni Vanessa sin Eva Green , pero ese es otro tema- , ésta es el alma de la serie con todos sus tormentos y sus oscuridades y al principio de esta temporada nos la encontramos rota. Vanessa ha perdido su familia, a las únicas personas a las que podía confiar con su vida, le ha reducido la cara a satán a cenizas y a visto cómo con ellas se le escapaban entre los dedos los últimos restos de su fe. Es lógico. Es triste. Y es lo que hace a Penny Dreadful tan buena serie.

Porque más allá de los vampiros, las brujas, los hombres lobo y demás criaturas de la literatura gótica a todos se nos ha roto el corazón como a la Criatura, o hemos cometido un error o varios que no sabíamos reparar al igual que el Doctor Frankenstein, quien más quien menos se ha sentido alejado de los suyos como Chandler o con ansias de estar en otro sitio más lejano, más exótico, mejor que luego ha resultado ser solo un espejismo. Y sobre todo creo que no hay nadie que no haya sentido que lo único que le quedan fuerzas para hacer es acurrucarse y dejar que la vida pase para luego inmediatamente después intentar levantarse ayudado por una mano amiga.

De esto habla el primer capítulo de la tercera temporada de Penny Dreadful, de como volver del luto que nos imponemos nosotros mismos – hasta Londres entera está de luto en este episodio- de cómo recomponerse, de como hacernos dueños de nuestras historias pese a nuestros errores, pese a nuestros miedos, pese a nuestros monstruos. Igual que hace Vanessa.