A la espera de la segunda temporada de Sense8, y cuando acaban de salir noticias del remplazo de uno de los actores, he vuelto a ver la primera temporada de Sense8. Ese genial y extraño experimento seriéfilo de las Wachoski.
Sense8 es un canto a la tolerancia, a la libertad, a ser uno mismo, y sobre todo al amor. Los ocho protagonistas de diferentes partes del mundo y completamente distintos unos de otros han sufrido, han hecho daño, se han equivocado y han rectificado y acertado. Son seres humanos con sus miedos, dudas, alegrías y decisiones.
Al comienzo de la serie viven en su mundo pero al sentir, ayudar y vivir las experiencias de los otros siete comprenden mejor el mundo y a las personas de su alrededor. Se suele decir que viajar es fundamental para abrirte la mente, y es verdad. Es lo que hacen los ocho protagonistas de Sense8. Se ponen en el lugar del otro, no importa si es un actor, una dj, un ladrón o una luchadora. Y le ayudan porque también es cierto que ayudar al otro, es parte de nuestra humanidad.
Sense8 habla de esa necesidad humana de conectar con otra persona, pero también de ser uno mismo, habla de la belleza de ser diferente, y de la riqueza que el mundo tiene al ser todos distintos. También refleja lo que todos tenemos en común, todos queremos ser queridos, que nos comprendan y nos apoyen. Queremos querer, ayudamos y apoyamos a familia y amigos y a extraños.
Los 8 protagonistas de Sense8 son ocho extraños que se convierten en uno, son familia. Es una serie bella, llena de tensión, acción pero optimista y positiva. Una serie que tienes que ver. Sense8 es amor.
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