Tras cinco años, Person Of Interest se ha despedido con una temporada breve pero magnífica. Antes de verla me volví a ver la serie completa y redescubrí muchas cosas, como el hecho de que, en realidad, Person of Interest está muy bien.
Mucha gente dejó de ver Person of Interest porque la consideraban una fantasmada, que no era realista. Es cierto que se toman muchas licencias, que juegan con la imaginación y que, que un tío se tire por la ventana con la única protección de otro tío y salga sin un rasguño es imposible. Pero les dejas hacer esas fantasmadas porque la historia es cautivadora, los personajes misteriosos e interesantísimos y sus relaciones divertidas y emotivas.
Person of Interest se mueve entre la ciencia ficción cercana, con sistemas de vigilancia, drones, sistemas multidispositivo e Inteligencias Artificiales; el género policíaco, con los detectives Fusco y Carter; el género de los espías, hola Shaw, Root; y las Buddy Movies, lo que empieza siendo una relación de empleador-empleado entre Finch y Reese se convierte en una gran amistad.
Person of Interest tiene un humor sutil con escenas cotidianas como dos amigos lavando a un perro, ¡Beaaar!, situaciones pintorescas como ver a dos duros y fríos espías que primero disparan y luego preguntan, incómodos socialmente en una reunión de instituto. O las cosas que los personajes dicen en su día a día, como si fuera lo más normal; “Ve a cometer tu delito, yo no puedo acompañarte tengo que cometer otro”, le dijo Finch a Shaw en una ocasión.
Person of Interest es una serie que puedes ver saltándote los episodios, pero así no captas su esencia, porque la serie se mueve en los detalles, en los gestos casi imperceptibles, en las miradas fugaces, en las discretas reacciones y en los silencios. Así es como te va ganando episodio a episodio hasta convertirte en seguidor acérrimo del Team Machine. Tanto, que ahora que ha acabado tengo un vacío y solo quiero verla una y otra vez.