Ya está aquí el esperado proyecto de Hello Games, ese que desde hace meses ha despertado la curiosidad de la comunidad, prometiendo desmarcarse de los estándares de la industria y llevar el concepto de mundo abierto a un nivel muy superior a lo visto hasta ahora. En parte lo ha conseguido, pero entonces… ¿cómo es posible que hablemos de viaje a ninguna parte cuando sus desarrolladores se han esforzado tanto en poner a nuestra disposición más de 18 quintillones de planetas que visitar?
Para entender que nos refiramos al juego en estos términos primero hay que comprender la esencia de No Man’s Sky, cuyo concepto está a años luz de ser ordinario. Este título para PS4 y PC es ante todo una propuesta experiencial, que trata por todos los medios de no atarse a pautas tan generalistas como el progreso del jugador en base al cumplimiento de objetivos prefijados o al avance de la narrativa.
No hay una historia que motive nuestras acciones, ni una meta clara que alcanzar. Simplemente nos pondremos en la piel de un viajero del espacio cuyo único fin es recorrer el universo a su antojo, explorar lo inexplorado y, como rezaba la cabecera de Star Trek, llegar hasta donde nadie ha llegado jamás.
En ese sentido la libertad que se otorga al jugador es colosal, bien podremos pasarnos horas recorriendo un planeta recién descubierto o volar con nuestra nave entre los diferentes sistemas. La elección es nuestra, aunque por supuesto nuestra odisea requerirá de un equipamiento adecuado para salir adelante de cualquier situación a la que nos enfrentemos.
Al disponer de una nave, deberemos asegurarnos de que siempre se encuentre en perfectas condiciones antes de lanzarnos al espacio. Reparar sus componentes después de alguna refriega o proveerla de combustible para realizar los hipersaltos es esencial para desenvolvernos en este vasto universo.
Para ello, deberemos conseguir un amplio surtido de materias primas recogiéndolas directamente de la superficie de los planetas que encontremos. La multiherramienta con la que iremos equipados, que no es más que un potente láser con el que extraeremos lo que necesitemos de nuestro entorno, pronto se convertirá en nuestra mejor amiga, aunque a su vez necesitará mantenimiento. Recargarla siempre que se agote su batería es casi tan importante como hacer lo propio con el soporte vital de nuestro exotraje, que irá disminuyendo gradualmente.
No Man’s Sky no es un juego difícil, pero sí requiere prestar atención constante a este tipo de procedimientos, lo cual se traduce en grandes dosis de paciencia. Y es que la recolección no sólo nos servirá para garantizar nuestra subsistencia, sino también para comerciar en las estaciones espaciales o con los colonos que encontremos. De hecho, es sumamente recomendable invertir en nuevas tecnologías para mejorar nuestro equipo o comprar mejores naves.
Tenemos un inventario con un espacio muy limitado, ya sea el del propio personaje o el del compartimento de carga de nuestra nave, por lo que habrá que rellenarlo con mucho criterio. La cantidad de materiales extraídos de sus yacimientos, objetos valiosos con los que podremos sacar una buena suma y dispositivos varios tienen que guardar cierto equilibrio. Es más, es importante dejar algo de hueco por si debemos combinar diferentes minerales para fabricar piezas con un fin concreto.
Esto es, en definitiva, nuestro día a día en No Man’s Sky, un juego que tal y como ha subrayado el pequeño equipo de Hello Games no es para todos los públicos, sino para aquellos jugadores que busquen algo diferente, perderse en los confines de un universo tan amplio que a menudo resultará absolutamente abrumador.
Sin embargo, es aquí donde encontramos los principales puntos flacos del título. Porque el hecho de poder ir a donde nos plazca y tener la posibilidad de adaptar la partida a nuestro propio ritmo no oculta que en realidad nos encontramos ante una propuesta con un número de opciones muy limitadas y en la que corres el riesgo de caer en el tedio por la repetitividad de las mecánicas.
Esto se intenta disimular con algunos aspectos como los combates espaciales, correctos en su vertiente arcade, y los tiroteos a pie, cuando debamos hacer frente a una serie de centinelas que velan porque la flora y fauna de los planetas no sea sobreexplotada. No encajan demasiado con el conjunto y suelen ser algo molestos, pero forman parte de la mitología tan singular de la que hace gala el juego.
También podremos contactar con otros alienígenas que encontraremos en nuestros viajes y que en ocasiones nos cederán valiosa tecnología o nos posibilitarán comprar ciertos artefactos. Curiosamente es en la interacción con ellos donde vemos uno de los puntos más interesantes y originales del juego, pues lo normal será que no entendamos nada de lo que nos digan al desconocer su idioma, debiendo prestar especial atención a sus gestos para saber si son amistosos o no.
Al recorrer áreas determinadas de los planetas, además de encontrar algunos acertijos o pequeños misterios por resolver, aprenderemos palabras sueltas de las lenguas que se utilizan en la galaxia y que a partir de entonces serán integradas en las líneas de texto de los diálogos en las que se utilicen para poco a poco ir mejorando nuestra comprensión de las mismas. Un detalle magnífico que ojalá goce de mayor profundidad en el futuro.
A nivel visual, No Man’s Sky presenta un apartado artístico muy personal y atractivo, lo cual no significa que sea técnicamente puntero. De hecho, da la impresión de que la mayoría de los problemas que presenta son consecuencia de la misma fórmula que el juego utiliza para crear mundos aleatorios y que en ocasiones juega malas pasadas.
Hay que decir que hablamos de la base misma en la que se sustenta esta experiencia. No hay un planeta igual a otro, ni una criatura con las mismas características morfológicas de alguna otra que hayamos visto anteriormente. Cada localización cuenta con su propia paleta de colores, su vegetación y fauna particular, sus características climáticas –puede ser un planeta desértico, helado, lleno de gases tóxicos…- y una orografía generada automáticamente y que suele ser de lo más convincente.
El precio que hay que pagar por este despliegue son algunas irregularidades en el diseño, por ejemplo en los animales que encontraremos. Después de muchas horas de juego y tras catalogar un gran número de formas de vida tendremos la sensación de estar asistiendo a un continuo collage, a la combinación de una serie de características físicas de manera más o menos acertada en un sistema que nos recuerda al de otros títulos como Spore.
Tampoco podemos obviar bajadas de framerate y un excesivo popping en los escenarios, que denotan que se están generando permanentemente nuevos elementos según nos acercamos a determinadas áreas. Esperemos que esto se solucione tras el lanzamiento de los primeros parches, que prometen mejoras sustanciales en el rendimiento.
El juego ha sido doblado al castellano, si bien los únicos mensajes de voz que escucharemos serán los de la computadora dando indicaciones puntuales. Por otro lado, la banda sonora ha sido compuesta con mimo y se adapta perfectamente a la intensidad de cada secuencia de juego.
En conclusión, no cabe duda de que No Man’s Sky enamorará a muchos y desconcertará a otra buena parte de la comunidad. Aquellos que busquen una experiencia inmersiva en la que no existan rutas establecidas, aquí tienen todo un filón. Por el contrario los amantes de la acción directa o aquellos que esperen un simulador espacial complejo y profundo se van a llevar una gran decepción, de hecho es muy posible que queden frustrados a los pocos minutos de empezar a jugar.
No estamos frente a un juego perfecto, pues pese a sus virtudes que las tiene encontramos importantes defectos. Le faltan variedad de situaciones e incluso no le habría venido mal la implementación de opciones online, que son prácticamente nulas, para establecer puntos de contacto con otros jugadores. Sin embargo, sería injusto no señalar que se trata de un título ambicioso en su concepción y que se aleja de lo convencional, pues actualmente no tiene igual en el mercado. Si tenéis oportunidad recomendamos probarlo, eso sí, con la debida precaución.
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