Las 6 películas por las que siempre recordaremos a Gene Wilder

Gene-Wilder

La noticia del fallecimiento de Gene Wilder a los 83 años a causa de complicaciones derivadas del alzheimer que padecía nos ha llenado de tristeza. Ya fuera como actor, director, productor o guionista, se labró una merecida fama en la década de los setenta y ochenta haciendo reír al mundo con su pícara presencia y esa expresión en la que parecía llevar grabada su propia profesión.

Mel Brooks acaba de calificarlo como “uno de los grandes talentos de nuestro tiempo”, y no seremos nosotros quienes le lleven la contraria. Un genio inmortal como evidencian media docena de películas dentro de su amplia filmografía y que nunca nos cansaremos de ver.

Los productores (1967)

Zero Mostel y Gene Wilder protagonizaron uno de los filmes más emblemáticos de un grande entre los grandes, el prolífico Mel Brooks. La historia de un productor de Broadway arruinado que planea hacerse rico con la ayuda de un tímido contable y el dinero de un grupo de ancianitas con el que financiar la peor obra del mundo. Un fracaso irremediable que le garantizará quedarse con los fondos… si la audiencia lo permite.

Una parodia del mundo del espectáculo llena de chistes irreverentes, estereotipos llevados a su máxima expresión y un baile de acentos que glorifican la versión original de una película que recibió el Oscar al Mejor guión original y consiguió una nominación para Wilder como Mejor actor secundario.

La cinta fue llevada al teatro en 2001 con Nathan Lane y Matthew Broderick en los papeles principales y batieron todos los récords ganando nada menos que doce premios Tony. Libreto, música y letras fueron firmadas por el mismísimo Mel Brooks en colaboración con Thomas Meehan.

Un mundo de fantasía (1971)

Mucho antes de que Tim Burton recuperara el personaje de Willy Wonka para el cine con su adorado Johnny Depp, Gene Wilder puso rostro a este excéntrico propietario de una colosal fábrica de chocolate que un buen día decide dar la oportunidad de visitarla a cinco niños que consigan encontrar una entrada dorada oculta en el envoltorio de sus dulces.

Colorida, imaginativa e incomparable, una cinta familiar en la que no faltaba un componente musical visto a día de hoy con cierta nostalgia, especialmente aquel número en el que Wilder cantaba el tema Pure imagination.

El jovencito Frankenstein (1974)

Que la película sea considerada uno de los grandes clásicos de la comedia no es ninguna exageración. Su humor atemporal envuelto en ese halo de filme añejo está firmado por Mel Brooks, que supo seleccionar un reparto sensacional con nombres como Gene Wilder, Peter Boyle, Marty Feldman, Teri Garr o Gene Hackman entre otros.

Wilder interpretaba al joven doctor Frederick Frankenstein, cuyo abuelo no era otro que el científico loco que creó a la terrorífica criatura que todos conocemos gracias a la novela de Mary Shelley. Pese a renegar de su apellido –se hace llamar Fronkonstin– al heredar el castillo donde todo ocurrió quedará fascinado por un extraño manual que le permitirá repetir la obra de su antepasado con consecuencias igualmente impredecibles.

Una adaptación libre y muy fresca de un filme de culto en la que tanto guión como intérpretes alcanzan la excelencia. Una comedia brillante e imperecedera.

Sillas de montar calientes (1974)

Wilder también dejó su sello en esta parodia del mejor western filmada, cómo no, por un Mel Brooks que también se reservó varios papeles, entre ellos el del gobernador Le Petomane, un corrupto ansioso porque los habitantes de Rock Ridge abandonen la ciudad para vender los terrenos a una compañía de ferrocarril. Para fomentar la anarquía en el lugar nombrará como sheriff a Bart, un hombre de color condenado a la horca y cuyos pasos se cruzarán con los de Jim, un pistolero alcohólico y venido a menos que acabará siendo su asistente.

Sillas de montar calientes, o Blazing Saddles si atendemos a su título original, fue una simpática comedia que se esforzó por satirizar el racismo y que fue colocada en la sexta posición de la lista 100 Years… 100 Laughs del American Film Institute.

La mujer de rojo (1984)

The Woman in Red no sólo es una de las películas más memorables de Gene Wilder como protagonista, sino también una de las cinco en las que también se colocó detrás de las cámaras. La cinta gira en torno a la alocada obsesión de un feliz padre de familia de tener una aventura con una explosiva modelo que ha sido contratada por su agencia de publicidad.

Un (no tan) disparatado viaje por la crisis de los cuarenta que además de explotar toda la vis cómica del actor nos regaló esa imagen de Kelly LeBrock bailando coqueta sobre la rejilla de aire que es historia del cine y una banda sonora espectacular, con temas de Dionne Warwick y Stevie Wonder entre los que sobresalen Moments Aren’t Moments y en especial el eterno I Just Called to Say I Love You.

No me chilles que no te veo (1989)

Cuando al recientemente fallecido Arthur Hiller, responsable de películas como Love Story, se le ocurrió emparejar a Gene Wilder con Richard Pryor para El expreso de Chicago (1976) no imaginó que se estaba gestando la que sería una de las parejas cómicas interraciales más exitosas de todos los tiempos. Locos de remate (1981) y No me mientas que te creo (1991) fueron otros de sus célebres trabajos, aunque seguramente fuera No me chilles que no te veo (1989), también de Hiller, la más desternillante y la que mejor caló entre el público.

Por si alguien no la ha visto en alguna de sus reposiciones televisivas, lo cual es ciertamente difícil, se trataba de la historia de un ciego y un sordo que debían colaborar para limpiar sus nombres que habían quedado relacionados con un asesinato callejero.

La gran complicidad de los actores hicieron que todos esos diálogos enredados y situaciones surrealistas funcionaran espléndidamente en pantalla dejándonos escenas tan hilarantes como Wally conduciendo a ciegas un coche mientras va atendiendo a las indicaciones de su compañero o Dave realizando un torpe rescate sin percatarse de que una estridente alarma lleva tiempo sonando en el lugar.

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