The OA, la serie que nos transforma en padres primerizos

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Acabar de ver el piloto de The OA es algo así como sostener a tu bebé por primera vez. Sentado en el sillón, miras a tu pareja con una media sonrisa y cara de incredulidad sin saber muy bien qué hacer o cómo reaccionar, digiriendo todo lo que te acaban de mostrar sin decidirte a cuál de todas esas sensaciones contradictorias que recorren tu mente acogerte.

Es una analogía extraña, lo reconozco, y más teniendo en cuenta que estamos hablando de ficción televisiva, pero también hay que tener en cuenta que nos encontramos ante una serie cuanto menos inusual. Una producción avalada por el sello de Netflix pero que no se parece a nada de lo que hemos visto anteriormente en su catálogo.

Desde luego no es Stranger Things, por mucho que se tienda a compararla con este fenómeno, y tampoco lo pretende. No cuenta con el factor nostalgia, tampoco tiene ese concepto de terror paranormal ni utiliza sus mismas reglas a la hora de jugar con la teoría de los multiversos. Sin embargo, que nadie piense que sus creadores no han confeccionado su producto pensando en un público determinado. Sí, The OA es perfectamente capaz de encontrar su propio nicho, aunque sea uno muy específico como demuestra la división generada tras su estreno.

El viaje que nos propone, tal y como decíamos, se vive desde la perspectiva de un padre primerizo que se embarca con entusiasmo en una aventura en la que a menudo se verá envuelto en la más pura confusión, en la que corre el riesgo de sentirse superado por los acontecimientos hasta el punto en el que su única salida será simple y llanamente dejarse llevar.

Avanzar en la trama es un proceso lento, una experiencia contemplativa en la que todo lo que ocurre tiene cierto aire trascendental. El que Prairie se mire en el espejo o que se acueste en su cama es el equivalente a que el niño haga un ruidito que todavía no hemos podido identificar. Sabes que algo va a pasar, pero no sabes el qué.

Hay momentos en los que la serie cae en lo ridículo, otras veces sus episodios llegan a ser emotivos y cautivadores. También notaremos que, como la vida misma, colocará trampas para enredarnos aportando giros inciertos a una historia con la que nunca dejamos de tener la impresión de que probablemente no acabe de cumplir nuestras expectativas, que no sea tan satisfactoria como en un principio pensamos.

Dudas de padre, de que esto no sea para nosotros, al fin y al cabo no todo el mundo está hecho para asumir este papel. Las mismas dudas que tendrían los Johnson cuando adoptaron a aquella niña rubita e invidente en un antro de mala muerte y que ya presagiaba un futuro lleno de dificultades. Pero entre toda esta incertidumbre también nos damos cuenta de que en realidad estamos intrigados, de que The OA nos transmite cierto deleite, el de una producción diferente y que asume riesgos, lo cual no es tan común como nos quieren hacer creer.

Es el año uno y ahora que la criatura está en nuestra vida, ¿cómo vamos a abandonarla?

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