Train to Busan, cine de zombies con mayúsculas

train-to-busanUn tren de alta velocidad en mitad de un trayecto de Seúl a Busan. Una epidemia zombie de esas que no merecen una elaborada explicación. Un grupo de pasajeros que se verán forzados a unir sus fuerzas para evitar ser devorados por una amenaza mortífera en un entorno claustrofóbico y del que no hay escapatoria.

Resulta sencillo dejarse engañar por una premisa tan funcional y llena de clichés como la de Train to Busan, un filme que se erige acomodándose sobre los cimientos de un género que está sufriendo cierta sobreexplotación tanto en las salas de cine como en la pequeña pantalla y que desde hace algunos años se siente víctima de su propio éxito.

Tal vez por esa razón resulte tan reconfortante encontrarnos con trabajos como el de Yeon Sang-ho, de esos que hacen gala de una extraordinaria capacidad para generar asombro en el espectador a través de una puesta en escena simplemente arrebatadora y que busca el impacto a base de buenas ideas e inusitada precisión.

La película entera está concebida como un dinámico recorrido que pasa por toda una serie de estaciones, cada cual diferente a la anterior. Todas ellas dan pie a secuencias de gran tensión empapadas de genuina originalidad, perfectamente diseñadas y ejecutadas con absoluta contundencia. Una cinta que funciona sobre raíles, con un excelente sentido del ritmo y que se reinventa continuamente dejándonos un buen número de planos ciertamente memorables y que evidencian el bagaje del realizador en el terreno de la animación.

Su protagonista, un hombre que deberá aprender a ser padre mientras lucha por sobrevivir, es la piedra angular de un abanico de personajes un tanto tópicos en el que no faltan su hija pequeña, una pareja adolescente, una anciana que se desvive por sus semejantes, una embarazada y un formidable coloso que aportará músculo al grupo. La persistencia que mostrarán para llegar a su destino propiciará que el filme se impregne de interesantes –y a la vez innecesarios- subtextos en los que la crítica social funciona mejor que el alegato contra el capitalismo financiero más deshumanizado.

Esta producción surcoreana, cuyo buen hacer suple cualquier ligereza que se le pueda achacar respecto a la mayoría de excesos hollywoodenses de similares pretensiones, hace méritos suficientes reclamar un lugar privilegiado entre los imprescindibles para los amantes del cine de zombies. Un filme del que está prohibido apearse.

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