Hoy es el Día Internacional de la Mujer. Así, con mayúscula. No conozco a esta Mujer que se merece una letra capital, conozco mujeres – con minúscula- diversas, distintas, mujeres que como Sansa han hecho de la resiliencia su mejor arma y aquellas que como Xena podrían partirte en tres pedazos si se lo propusieran. Conozco a muchas mujeres. Muchas.
Unas son como Leslie Knope y creen en la bondad intrínseca de las personas; otras, como Claire Underwood solo ven lo malo que tiene para ofrecer el mundo. Algunas son carne académica como Alex Dunphy y otras puede que prefieran un pintalabios por encima de los libros tal y como hace su hermana. Las hay que combinan su faceta de líder con la de artista, aunque Wanheda hace mucho que no tenga tiempo para coger un pincel. Mujeres que hacen lo que se supone “que no hacen las mujeres”, ya sea ser pitcher como Ginny Baker o ir a la universidad en pleno siglo XIX como nuestra Amelia.
¿Sabes a esa chica joven y soltera a la que miraron de soslayo porque estaba embarazada? ¿Recuerdas las risitas y los comentarios tipo “las chicas de hoy en día no tienen sentido de la decencia”? Igual lo dijo una señora mayor, puede que fuera un señor o incluso un grupo de amigos y amigas jóvenes cotilleando. Pues esa chica es virgen y la hermana de su jefe la ha inseminado por error, como nuestra Villanueva más catódica. O puede que no, ¿a quién le importa?
También conozco mujeres, gracias a Dios, como Samantha. Que se quieren mucho, que se quieren primero y se quieren bien. Otras como Charlotte, mujeres que primero son madres y luego lo demás, o que se quedan con su marido cuando otras no nos quedaríamos, como hizo Alicia Florrick. Y eso está bien.
Mujeres que aman a otras mujeres y están viviendo el precioso y aterrador momento de descubrirlo, como Danvers; mujeres que aman a otras mujeres y aun así no pueden evitar hacerles daño – otra Alex, esta vez Vause, nos lo recuerda desde la cárcel-; mujeres que aman a un solo hombre toda su vida y aquellas que aman a muchos. Mujeres que se enamoran de guerreras y de guerreros en mitad del apocalipsis, sea del tipo que sea. Y las que no se enamoran. Las que viven por el sexo y la ciudad y las que para quererte no necesitan meterse contigo en la cama.
Incluso las hay, aunque a alguno le extrañe, que tienen más de 40 años y benditas sean las Diane Lockhart y las Annalise Keating por recordárnoslo. Y todos conocemos a esa mujer que se pondría sin dudarlo entre el peligro y los suyos: sus amigos, su familia o incluso su galaxia. Todas y todos conocemos una Princesa Leia, una Agente Carter, una Teniente Ripley.
Mujeres con más o menos aristas, con más o menos dulzura, con más o menos arrestos. Vírgenes, putas y las que están en el amplio espectro entre una cosa y otra. O las que no son ninguna de las dos. Mujeres que aman la ciencia como Simmons y Scully o que seguirán sin dudarlo al Dios Rojo. Mujeres buenas, regulares y más malas que la tiña. O todo a la vez. Mujeres que persiguen la justicia o que son perseguidas por ella. Si conoces a una agente Parrish puede que las dos cosas a la vez. Quién sabe.
Hoy es el Día Internacional de la Mujer. Una Mujer con mayúscula que no existe, porque está compuesta por muchas con minúscula. La Mujer que a la vez me aterra cuando la nombran- ¿tengo que parecerme a ella? – y a la vez me alivia cuando la mencionan – ella también soy yo-, porque nos recuerda que aún quedan muchas cosas por hacer pero que no estamos solas. Y luego veo la televisión y veo a Buffy decir “Todas somos Cazadoras” y estoy tan agradecida de que todas estas mujeres existan también en la ficción. Tan agradecida de que nos hayan dejado conocerlas.