Aquellos que se encuentren planificando sus vacaciones de verano deberían tomar buena nota de algunos de los destinos a evitar si hacemos caso a lo visto en varias de las producciones más emblemáticas que ha dado el Séptimo arte.
Martha’s Vineyard, Massachusetts
Que no os engañe el nombre que aparecía en aquel gran cartel con la chica flotando en el mar sobre su colchoneta, Amity Island era en realidad Martha’s Vineyard, la localidad que Steven Spielberg y su equipo escogieron para rodar el filme de culto Tiburón. Ni que decir tiene que fueron muchos los bañistas que acabaron entre las fauces del formidable escualo, por lo que más os valdría extremar la precaución y quedaros cerca de la orilla si decidís cargar la sombrilla y la nevera en el coche para pasar un completo día de playa en esta localidad tan turística. Claro que lo que jamás de los jamases deberíais hacer es beber más de la cuenta y meteros en el agua en mitad de la noche para hacer la gracia y tocar la boya que se ve a lo lejos. No nos extraña que el jefe de policía Brody acabara un pelín paranoico tras su pesca en alta mar.
Wallace, Idaho
También conocido como Un pueblo llamado Dante’s Peak. Bien, aquí el equipo de producción hizo un poco de trampa, pues en realidad esta apacible localidad carece del enorme volcán que se veía en cada una de las panorámicas de la película. Sin embargo, nosotros no acabamos de fiarnos del todo, y más contemplando ese precioso lago cuyas aguas justo antes de la erupción se convertían en un potente ácido capaz de hundir cualquier embarcación al cabo de pocos minutos de navegación. Al menos, las posibilidades de sobrevivir aumentan considerablemente si lleváis con vosotros a un vulcanólogo de la talla del personaje de Pierce Brosnan, al que al igual que ocurría con Richard Dreyfuss en la ya comentada Tiburón, todo el mundo se esforzaba en ignorar hasta que ya era demasiado tarde.
Campamento No-be-bo-sco, New Jersey
Es cierto que los niños pueden ponerse muy pesados durante la temporada estival y que todos necesitamos encontrar tiempo para nosotros mismos, pero por favor mucho ojo si les enviamos de campamento. En el de No-be-bo-sco hay una placa en la entrada que nos recuerda que allí, bajo el nombre de Crystal Lake, tuvo lugar la carnicería que se cuenta en Viernes 13. Si la cifra de inscripciones cayó un 69% tras el estreno del filme… por algo sería, ¿no? Lo mejor es curarse en salud y mandarlos a la piscina unas horitas, que de lo contrario podría hacer su aparición el temido Jason Voorhees y ya se sabe que con él da igual cuánto corras, siempre aparecerá delante de ti cuchillo en mano y justo cuando estés mirando en dirección contraria.
San Marcos, Texas
Otro lugar a priori estupendo para darte un chapuzón pero en el puedes acabar devorado. Si algo nos enseñó Piraña es que no hace falta zambullirse en el mar para que alguna criatura quiera darse un buen banquete contigo, de hecho la mayoría de ellas aborrecen nadar en solitario y prefieren ir acompañadas de sus primos, cuñados y del resto de su estirpe. Muy pocas películas han generado tantos traumas como la de Joe Dante, pero es que además contó con una continuación en la que las pirañas conseguían adaptarse al agua salada e incluso gozaban de alas con las que alcanzar a los desprevenidos veraneantes por mucho que se alejaran de la costa. Esto en vez de una saga era una fábrica de pesadillas.
San Andrés, California
La falla de San Andreas no se la inventó The Rock para hacer una película molona. Está ahí, se puede ver desde el aire si alquiláis una avioneta y conforma el límite tectónico entre la placa norteamericana y la del Pacífico, dando lugar a terremotos tan frecuentes como destructivos. Bien, tal vez lo que vimos en los cines fue algo exagerado, pero aquellos que prefieren pasar sus días libres sin sobresaltos deberían replantearse coger una habitación de hotel en la zona de Baja California, no vaya a ser que en mitad de la noche el edificio empiece a inclinarse peligrosamente.
Kualoa, Hawai
Los impresionantes valles de esta reserva natural han servido como telón de fondo para muchas superproducciones, de hecho fue una de las localizaciones más utilizadas en las múltiples entregas de la saga de Jurassic Park cada vez que los protagonistas se veían obligados a corretear por la Isla Nublar. De modo que mucho cuidado con echar el ancla en sus costas y montar un picnic familiar mientras contempláis su asombrosa vegetación, John Hammond no repararía en gastos a la hora de hacer su parque temático pero al final quedó suelto hasta el último de los dinosaurios. Y ya se sabe que tanto los más grandes como los más pequeños pueden resultar igualmente mortíferos, sobre todo teniendo en cuenta que en ese lugar los únicos que sobramos somos los humanos.
Montañas Rocosas, Colorado
Las vacaciones contemplativas no son para todo el mundo, hay quien prefiere aprovechar para liberar tensiones practicando deportes y poniendo a prueba su resistencia física. Sin embargo, para lo que nunca estamos preparados es para lidiar con un grupo de terroristas cegados por la codicia y con gran facilidad para apretar el gatillo. En Máximo Riesgo, sólo los verdaderos expertos en escalada pudieron regresar a casa de una pieza, el resto tuvieron el dudoso privilegio de asistir una breve y dolorosa clase sobre las leyes de la gravedad en un escenario de lo más majestuoso. Con todas esas contusiones y sobresaltos, no nos extraña que Stallone acabara la película con la frase: “el año que viene vamos a la playa”.
Desierto de Nevada
No sabemos qué le pasaría a Wes Craven yendo de camping con la familia pero no cabe duda de que Las colinas tienen ojos es un perfecto aviso de los peligros implícitos en coger tu caravana y adentrarte en parajes desérticos con muy poco rastro de civilización y donde no sabes quién puede estar acechando. En este caso era una tribu de caníbales deformes la que aprovechaba cualquier alto en el camino por parte de los viajeros para asaltarlos violentamente y darse un festín. Este clásico de terror, que contó con un remake en 2006, nos quitó las ganas de atravesar el coche el desierto de Nevada, que era el lugar en el que acontecían los hechos de la cinta original. Claro que si alguna vez lo hacéis y el encargado de una gasolinera local os aconseja encarecidamente que no os salgáis de la carretera principal, simplemente confiad en su buen criterio. Por vuestro propio bien.
Khao Lak, Tailandia
Hay muchas razones para ir a esta localidad asiática. Playas paradisiacas, hoteles de lujo, experiencias de submarinismo de las que quitan el hipo… Aunque en la actualidad la ciudad goza de un impulso turístico envidiable, lo cierto es que hace algunos años quedó prácticamente borrada del mapa como consecuencia del terrible tsunami que barrió el sur y sureste del continente. La experiencia de aquellos que sobrevivieron a la catástrofe fue trasladada al cine con brillantez por Juan Antonio Bayona en Lo imposible, recordándonos que incluso las vacaciones más idílicas pueden torcerse debido a la furia de la naturaleza.
Amazonas, Colombia
Hay muchas cosas que te pueden matar en la selva amazónica. Has de tener cuidado con la vegetación, con las arenas movedizas, con los insectos, con un amplio catálogo de fieras… Si hacemos caso a Ruggero Deodato y a su Holocausto caníbal, a todo esto hemos de sumarle las violentas tribus que habitan en lo más profundo de la espesura y que no acostumbran a recibir muy bien a los extranjeros. No todo el mundo tiene estómago suficiente como para digerir el metraje de este clásico del cine gore, así que basta con decir que no se trata de un intercambio cultural que salga a cuenta, por muy aventureros que seáis.