Will & Grace vuelve 11 años después haciendo borrón y cuenta nueva repecto al final emitido en 2006.

Tras muchas reuniones de actores, vueltas y revueltas de series, y después de mucho hablar le tocaba el turno a una de las series más icónicas de los tardíos 90 y primeros 2000, Will & Grace.

Muchas cosas han cambiado en la vida de Grace Adler, Will Truman, Karen Walker y Jack McFarland, y sin embargo siguen como siempre. Es como si la series no hubiera dejado nunca de emitirse. Sí, los personajes están un poco más envejecidos (menos Karen, claro) pero el humor, las historias, las indirectas y directas siguen siendo como eran en las primeras temporadas. Ahora renovadas y con un pelín más de mala leche con esas referencias a la actualidad y la nueva política estadounidense.

La química de los personajes y, por tanto, de los actores sigue siendo increíble. El humor fresco, satírico y reivindicativo con un tono tierno, positivo y alegre hace que vuelva a ser un lujo ver a Debra Messing, Megan Mullally, Eric McCormack y Sean Hayes en pantalla representando los papeles más conocidos de sus carreras.

Hace poco comentábamos que habían regresado las series agradables y Will & Grace es un claro ejemplo de ello. Lo mejor del regreso de la comedia es que aunque parece un refrito, es actual y divertida, y sobre todo un placer verla.