Sex Education: mucho más que una comedia sobre adolescentes con las hormonas revolucionadas

Entre las conversaciones que uno no quiere tener con su madre creo que en el top tres podríamos encontrar la de “Cariño, he notado que estás intentando masturbarte”. Pero si eres un chico de 16 años llamado Otis (Asa Butterfield) y tu madre se llama Jean (Gillian Anderson), una sexóloga cuyo trabajo ha traído consigo un montón de información sexual no requerida sobre el sexo… pues igual la represión sexual auto-impuesta está ahí, esperándote. Y esa conversación, también. Pobre Otis.

Admitámoslo, ya es bastante complicado lidiar con todas las cuestiones concernientes a las relaciones, a la es emociones y el sexo cuando eres un adulto. El siempre inquietante “¿quién soy yo?” se mezcla con “¿qué me gusta?” y “¿solo soy yo así? y por si no fuera suficiente con tenernos a nosotros mismo de factor en esta ecuación tenemos que contar con “el otro” con esa persona que ha captado nuestro interés ¿es recíproco? ¿Cómo lidio con que no lo sea? Peor aún ¿Cómo lidio con que sí lo sea?

Y si nosotros, los adultos, estamos tan confusos con este tema del que se habla tanto y tan mal, cuando hablamos de adolescentes, cuya principal función biológicamente es básicamente hacerse preguntas, no tener ninguna respuesta y meter dos de cada tres veces la pata porque así es como se aprende en esta vida… el cóctel desde luego es carne de serie. Y una buena serie, además, porque Sex Education hace suyo aquello de los ilustrados de “educar deleitando” y habla sin tapujos pero con cabeza de todo aquello a lo que le da tiempo en sus ocho episodios de duración. Aunque posiblemente lo más importante es que no se ciñe a un solo tipo de pareja, porque si todos fuésemos iguales la vida puede que fuera mucho más simple, pero desde luego sería tres millones de veces más aburrida.

Dentro de la exageración y la ficción propia de las series, Sex Education es refrescante porque es muy de verdad. En las clases, como en la ficción de Netflix,  se ven las inseguridades, se ve el desconcierto con el que los adolescentes van descubriendo sus emociones, sus hormonas y ese terrorífico combo de las dos cosas a la vez. Los que no saben cómo ligar,  los que no pillarían que les están tirando ficha ni aunque se la lanzaran al ojo, los que quieren encajar cueste lo que cueste, los que intentan hacer más pequeño al de al lado porque ellos se sienten liliputienses, los momentos de solidaridad entre desconocidos ante las crisis, los que quieren tener sexo y pueden, los que quieren y no pueden… por ver, yo en mi etapa de alumna tuve un compañero cuyos padres trabajaban en planificación familiar que daban profilácticos en la clase de Educación sexual vestidos de condón, lo que para nosotros es una anécdota muy graciosa… aunque para supongo que para nuestro Otis particular no lo era tanto.

Sex Education es tan imperfectamente perfecta como todos sus personajes. El resto… ya se lo preguntaremos a Otis.

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