Intentar abordar temas tan serios y de rabiosa actualidad como el de la crisis migratoria en Europa a través de un videojuego podría ser tildado por muchos de frivolidad, dado el carácter lúdico de esta industria. Sin embargo, al igual que ocurre con el cine o con tantas otras manifestaciones artísticas, en ocasiones merece la pena utilizar cualquier medio a nuestra disposición para acercar una realidad tan desgarradora como la que viven todos esos refugiados sirios que huyen de la guerra buscando un futuro mejor para sí mismos y sus familias.
Un viaje lleno de peligros, miseria y abusos que ha inspirado al estudio español Frost Monkey en el desarrollo una aventura de un gran trasfondo social y que esperan sirva para concienciar a los jugadores de la situación desesperada a la que se enfrentan estas personas. Un proyecto al amparo de PlayStation Talents que ya está disponible de manera exclusiva para la sobremesa de Sony a través de PlayStation Store.
Massïra nos narra las adversidades a las que deberá hacer frente de Numi, una niña que se ve obligada a escapar de la ciudad de Alepo junto a su abuela Yara tras un estallido de violencia. Evitar su encarcelamiento por las fuerzas militares, ponerse a merced de las mafias que trafican con personas o esquivar las patrullas fronterizas que impiden su libre circulación por el continente serán algunos de los desafíos que ambas deban superar antes de llegar a su destino.
Experimentar la incertidumbre y la desesperación de estas viajeras es sin duda el objetivo de un juego más interesado en fomentar la empatía que en proponer retos de verdadera dificultad. Es por eso que aunque nuestro avance dependerá de la resolución de múltiples rompecabezas y de la superación de algunas secciones de plataformas será complicado que en algún momento nos quedemos atascados irremediablemente, lo cual repercute directamente en la buena fluidez de la trama.
A lo largo de una decena de niveles deberemos movernos con sigilo por los pasillos de una prisión esquivando a los guardias, hallar la salida de un oscuro laberinto o resolver acertijos mediante la activación de palancas. Aunque el peso de estas tareas recaerá casi siempre en Numi, en ciertos momentos tendrá la oportunidad de pedir ayuda a su abuela para coordinar sus acciones desde puntos opuestos del escenario hasta lograr abrirse camino hasta la siguiente zona.
A menudo nos encontraremos con personas que necesitarán nuestra ayuda o que nos podrán proporcionar la suya. También nos veremos forzados a tomar decisiones que repercutirán en nuestro viaje, dependiendo de si hemos optado por la opción más compasiva o si por el contrario hemos preferido ser más prácticos y velar por nosotros mismos. En todo caso las experiencias más dramáticas afectarán a la protagonista y a su modo de ver el mundo, de ahí que algunos escenarios sean más realistas que otros en los que asuntos tan turbios como la explotación infantil serán representados de manera mucho más figurativa.
A pesar de la variedad de la que hacen gala los niveles y de la simpleza del control, lo cierto es que las mecánicas de Massïra no siempre son satisfactorias. Algunas fallos de diseño y una cámara realmente caótica nos han jugado muy malas pasadas, haciendo que ciertas pruebas resultasen de lo más frustrantes. Mientras que algunas como la de los cubos de colores o aquella en la que debíamos alinear las distintas partes de la estatua funcionaban a las mil maravillas, otras como la captura de los animales en el bosque o el enfrentamiento con las sombras del laberinto nos generaron un verdadero dolor de cabeza, algo inesperado en un título a priori tan asequible como este.
Donde el juego sí brilla con luz propia es en el apartado artístico, con ese estilo low poly tan sugerente. Es más, la decisión de contar con personajes sin rostro es de lo más inteligente y toda una muestra de respeto por la premisa de Massïra. En una historia escrita gracias a las experiencias reales de los refugiados sirios, las vivencias de Numi, Yara y del resto de sus compatriotas no van ligadas a los rasgos de estas personas en concreto, sino al de todo un movimiento migratorio compuesto por millones que también han perdido su hogar y se ven forzados a iniciar su mismo éxodo.
El apartado musical también juega un papel muy relevante a la hora de confeccionar un relato emotivo, con esas melodías al teclado tan conmovedoras y que a menudo nos llevan en volandas sobre todo en los instantes más intimistas y contemplativos.
En conclusión se trata de un título con un fuerte componente educativo, que se esfuerza por plantear situaciones creíbles y que visualmente nos ha resultado de lo más interesante. Sin embargo se antoja muy corto, cuenta con una jugabilidad poco refinada a la que tal vez le habrían venido bien algunos meses más de desarrollo y del que esperábamos unos puzles más complejos, algo que no debería estar reñido con su buen hacer a la hora de tratar una problemática tan acuciante con respeto y rigurosidad. En esto, no cabe duda, los chicos de Frost Monkey cumplen con creces.