Euphoria: crecer y amar en tiempos de Tumblr

En mi interior vive una señora victoriana. Esta señora normalmente bebe té, y se queja de cuando en cuando de que todo el mundo se hace fotos en ropa interior en instagram (afortunadamente a su lado vive una yo-millenial que le recuerda que la gente puede hacer lo que quiera con su imagen y su cuerpo y que con hacer scroll down cuando ya ha visto una demasiados morritos basta). Os cuento esto porque mi señora victoriana ha apretado los labios hasta convertirlos en una fina línea y se ha golpeado el pecho con el abanico hasta hacerse moratones con algunas escenas de Euphoria (son personajes menores de edad, y entiendo que las escenas de sexo muestran facetas importantes de los personajes, pero eso no hace que sea menos incómodo de ver). Pero la millenial, oh, la millenial ha estado en éxtasis (como Jafar, no como Rue).

La serie de HBO encabezada de forma brillante por Zendaya es un poco como su protagonista: tiene buen fondo, tiene aspectos que refulgen como realzados con purpurina, otros aspectos en cambio, en los que es un desastre. Pero sobre todo lo que destaca en las dos – la serie y Rue- es que les cuesta un poco, pero al final lo intentan.

Ser adolescente nunca ha sido fácil. Tu cuerpo y tu mente a veces parece que van por libre sin contar contigo para nada, debido a que se están estabilizando tus conexiones neuronales no mides igual el riesgo y las emociones son intensas y parece que han llegado a quedarse. El gran acierto de Euphoria es que reconoce que ahora ser adolescente es todavía peor. Porque en los 90 te ibas a casa y  te podías olvidar de los problemas del instituto, ahora te siguen en forma de vídeos y fotos virales o de redes sociales. Porque aunque en los noventa los adultos pensaban que el problema estaba en la falta de acceso a la información, resulta que esta generación tiene acceso a toda la información en el mundo a través de internet y los problemas se han agravado. Porque los personajes tienen acceso a aquello que quieren saber, pero nadie les ha enseñado a gestionar esa información. Por ejemplo, en Euphoria ninguno de los personajes – especialmente de los femeninos- ha tenido una relación sexual positiva. Y eso, entre otras cosas, es porque su educación sexual viene de Tumblr y de porntube.

En la época de la comunicación global los sentimientos se han vuelto vaporosos, aún más intangibles y rápidos. Casi como tweets que aparecen y desaparecen de nuestro timeline vital antes de que nos demos cuenta. Y  los personajes de Euphoria intentan manejarlos lo mejor que pueden, lo cual es a todas luces insuficiente. 

La serie de HBO da lo mejor de sí cuando se acuerda de que los planos oníricos, las luces, la purpurina, la incomodidad, los paseos en bicicleta de madrugada… deben estar al servicio de los personajes en lugar de al revés. A veces, se le olvida. A veces lo intenta demasiado. Pero cuando lo consigue… ¿Cuando lo consigue? Entonces hasta la señora victoriana tiene que cerrar la boca, porque en ese momento Euphoria es la vida.

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