Análisis de Concrete Genie, una explosión de color en una gris realidad

Con las navidades a la vuelta de la esquina y las compañías sacando a relucir sus buques insignia el caso de Concrete Genie se antoja cuanto menos especial. Con un estilo visual muy particular y una propuesta original alejada de los cánones más comerciales el juego de Pixel Opus posee la esencia de los títulos de corte indie, un estatus que de ninguna manera hace justicia a sus elevados valores de producción.

No, la aventura protagonizada por Ash ha gozado del suficiente tiempo de desarrollo y recursos como para tenerse muy en cuenta dentro del catálogo de PlayStation, que de ninguna manera debería dejar de apoyar obras de este calado y dirigidas al público juvenil.

Concrete Genie trata por todos los medios de ser divertido y variado, de aprovechar la tecnología a su disposición e incluso de dejar su huella con un mensaje conciliador y que apunta a problemáticas sociales tan acuciantes como son el bullying, el abandono infantil e incluso la crisis ecológica.

El protagonista del juego, un muchacho de una imaginación desbordante y al que una banda de abusones acosa sin cesar, conocerá a una amigable criatura que le concederá increíbles poderes a través de un pincel mágico que posibilitará que sus creaciones cobren vida. Una oportunidad excepcional para devolver la luz a la ciudad de Denska y erradicar el mal que la asola siempre y cuando consiga zafarse de sus perseguidores.

Con semejante premisa era de esperar que dibujar fuese una parte fundamental de la fórmula del juego. Haciendo uso del sensor de movimiento del DualShock 4 (o en su defecto de los sticks) seremos capaces de trazar una gran variedad de formas y elementos sobre las paredes de los escenarios, una mecánica que recuerda mucho a los graffitis de Infamous: Second Son. Según vayamos recogiendo las hojas del cuaderno de Ash que han quedado diseminadas a lo largo y ancho del mapa dispondremos de nuevos diseños que plasmar tales como árboles, esferas lunares, llamas, manzanas o estrellas.

Estas ilustraciones no sólo servirán para resolver pequeños minijuegos en ubicaciones concretas sino también para iluminar las bombillas que cuelgan de múltiples zonas de la urbe, lo cual supone un requisito esencial para seguir avanzando. En ocasiones encontraremos algunos edificios parcialmente cubiertos por una sustancia oscura y desagradable que parece estar consumiendo todo el lugar y que nos impedirá fijar la pintura, por lo que no nos quedará más remedio que buscar algo de ayuda.

Y aquí entran en juego los genios, criaturas a las que iremos dando vida y que nos acompañarán en este tortuoso viaje. Si los contentamos pintando aquellas figuras que nos pidan nos lo agradecerán proveyéndonos de ‘superpintura’, indispensable para atravesar esa molesta corrupción que nos bloquea. Además existen varios tipos de genios que ejercerán su dominio sobre el fuego, el viento o la electricidad, habilidades que deberemos utilizar a nuestro favor cada vez que encontremos un obstáculo susceptible de ser calcinado o desplazado de sitio e incluso cajas de fusibles que requieren corriente para activar distintos mecanismos.

El título siempre está en constante evolución y a cada paso nos ofrecerá nuevas posibilidades con las que enriquecer la experiencia. Eso sí, las acciones que deberemos realizar son bastante simples y no suelen ponernos en grandes aprietos. Incluso cuando nos instan a escurrirnos un poco el coco al final la solución suele implicar ayudar a uno de nuestros genios a llegar hasta una determinada posición desde la que pueda obrar su magia. Durante nuestra partida sólo en contadas ocasiones los rompecabezas nos obligaron a utilizar a varios de nuestros aliados a la vez, por ejemplo en cierto nivel donde mientras un genio de fuego tenía que prender un farol enganchado a una cuerda otro de viento debía impulsarlo para que al balancearse su llama quemase unas cajas apiladas sobre una plataforma. Un estupendo ejemplo de las posibilidades que atesoraba este sistema y que muy pocas veces llega a explotarse como debería quedándose en la superficie.

Desplazarnos por la ciudad de Denska es gratificante, ya que en cualquier momento podremos abandonar sus calles para aventurarnos por los tejados, sin duda el mejor recurso para que los abusones que pululan por los alrededores no nos detecten y se lancen contra nosotros o nos tiren objetos. Cuando esta banda de gamberros nos corte el paso siempre podremos ser más listos que ellos y distraerlos a grito pelado para llevarlos de un lugar a otro según nos interese.

Como podéis comprobar, Concrete Genie apuesta por coquetear con mecánicas como la infiltración o el plataformeo, aunque sea de manera un tanto tímida y bastante guiada. Si la mezcla funciona es sobre todo porque nuestro personaje se maneja con fluidez, aunque en la última parte de la historia pretende abarcar más de lo conveniente e introduce también el combate. Para no desvelar más de la cuenta del argumento basta con decir que los últimos compases del juego serán bastante movidos y tendremos que hacer uso de varios poderes elementales para acabar con distintos enemigos mientras esquivamos sus ataques gracias a una nueva habilidad que permitirá a Ash deslizarse como si llevase unos patines, algo que también podremos utilizar para movernos por doquier con rapidez, impulsarnos para realizar grandes saltos e incluso perseguir y dar caza a criaturas que tratarán de darnos esquinazo.

No sólo se trata de un aspecto que no está tan bien implementado como el resto, sino que además se siente innecesario dado el carácter de la aventura. No todos los juegos han de entrañar la lucha contra alguien o algo y más cuando son capaces de atraparnos gracias a su encanto y personalidad, de ahí que se trate de una característica admisible pero algo forzada.

Lo nuevo de Pixel Opus es cautivador, su apartado artístico invita a jugarlo y a dejarse sorprender por su acabado. Las criaturas a las que damos vida están llenas de expresividad y son capaces de interactuar con Ash y con cuanto les rodea. Eso sí, si lo que buscáis es un plus de inmersión deberéis disponer de PlayStation VR ya que existe un modo extra enfocado al uso de este dispositivo llamado Mancha y el lienzo de cristal, de gran impacto visual y cuyo funcionamiento no difiere demasiado del resto del juego más allá del uso de los mandos de PS Move para seleccionar el diseño deseado de la lista y dar las pinceladas. Una lástima que la historia principal no se pueda disfrutar también de esta manera, pues hubiera enriquecido mucho el conjunto.

Concrete Genie deja un buen sabor de boca aunque también la impresión de que sus responsables se han quedado a mitad de camino. Sus seis horas de juego son más que suficientes si tenemos en cuenta lo que el juego tiene que ofrecer, aunque podrían haber sido muchas más si se hubiese profundizado en algunos de sus conceptos. También nos hubiese encantado que a nivel narrativo hubiese hecho alarde de una mayor ambición, ya que aunque el bullying es una cuestión que comúnmente se asocia a los colectivos más desfavorecidos y desestructurados las cosas no son siempre tan elementales y a menudo esconden verdades incómodas. Esto no significa que su propósito no sea loable y que haya sabido seducirnos muy bien con su tono agradable y su estética colorida. ¿Quién no tiene tiempo para algo así?

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3 comentarios

  1. Es muy indie, no os engañéis. Pero hace bastante que sólo juego a este tipo de juegos, los Assassins Creed y esas cosas ya aburren, siempre lo mismo.

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