Crítica de ‘1917’, hazañas bélicas sin cortes

Tal y como ocurría en Master and Commander, cuyo espíritu aventurero se compatibilizaba con un fascinante y veraz retrato de la vida marinera durante las Guerras Napoleónicas, lo nuevo de Sam Mendes no se rinde de forma incondicional a los patrones belicistas de un género que siempre ha estado en constante transformación. A través de su cámara y haciendo gala de un virtuosismo técnico para nada convencional el director de Skyfall invita al espectador a arrastrarse por el frío barro entre alambre de espino, vísceras y ratas y sumergirse en uno de los conflictos más atroces de la historia de la humanidad.

Los horrores de la Gran Guerra concentrados en un relato inmersivo y evocador en el que dos jóvenes soldados son enviados en una peligrosa misión a través de las líneas enemigas con el objetivo de alertar a cientos de sus camaradas de armas antes de que caigan en la trampa que les ha preparado el enemigo. Una carrera contrarreloj que insta a contener el aliento y en la que no hay tiempo para el heroísmo más temerario o las proclamas patrióticas vacuas, sólo para la supervivencia.

De ahí que Mendes, en su apuesta por conferir verosimilitud a la narración, quiera ir un paso más allá rodando toda la acción en un interminable plano secuencia a través del cual los acontecimientos fluyen sin cortes durante prácticamente la totalidad del metraje. Una virguería de la era digital loable no sólo desde un punto de vista formal sino también como transmisor emocional.

1917 debe su impacto sensitivo y visual a una puesta en escena cambiante y abrumadora, llena de contrastes y donde la belleza rural da paso a entornos aterradores y cuasi-alucinógenos que manifiestan la pesadilla de los protagonistas. Su angustiosa travesía no está exenta de violencia visceral, de reveses melodramáticos y de instantes del más puro espectáculo sin que ninguno de estos elementos impere en un conjunto equilibrado con maestría y adecuado a su propio lenguaje.

Cabe decir que son George MacKay y Dean-Charles Chapman los que cargan con el peso de la función, dos intérpretes libres del estatus de estrella y que ofrecen una interpretación íntima y comedida. Una excelente labor frente a la cámara que se ve respaldada fugazmente por algunos de los actores británicos más solventes del panorama cinematográfico actual, tales como Colin Firth, Mark Strong, Benedict Cumberbach o Andrew Scott. Pinceladas de talento para acabar de dar forma a una propuesta audaz, directa y sobre todo emocionante de principio a fin.

Hazte en este enlace con la película 1917

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