Dreams, dando forma a los sueños

De entre todos los estudios bajo el paraguas de PlayStation tal vez sea Media Molecule el más especial. Los británicos siempre han tratado de ofrecer experiencias únicas, de nutrir el catálogo de la marca con producciones que poco o nada tienen que ver con las demás y que anhelaban dejar su huella en la industria del entretenimiento.

Con LittleBigPlanet, su saga más célebre hasta la fecha, dieron forma a un concepto que iba mucho más allá de lo que se esperaba de un simpático juego de plataformas. Su propuesta otorgaba a los jugadores las herramientas necesarias para diseñar sus propios niveles, dar rienda suelta a su imaginación y compartir sus creaciones con el resto de usuarios, lo cual propició la formación de una sólida comunidad en torno a la figura del entrañable Sackboy, a día de hoy uno de los iconos indiscutibles de la consola.

Con el salto generacional los responsables de tan excepcional obra sintieron que era el momento adecuado para embarcarse en su proyecto más ambicioso y llevar al límite una fórmula de la que apenas habían empezado a arañar la superficie. Crear un editor tan potente y versátil que permitiese crear cualquier juego con independencia de su género o su estilo visual se antojaba el sueño de cualquier apasionado del ocio electrónico, una maravillosa utopía que durante años generó ilusión y escepticismo a partes iguales.

Y es que el desarrollo de Dreams ha sido largo, muy largo. Tampoco nos extraña, pues se trata de una obra de dimensiones faraónicas a la que los chicos de Media Molecule se han entregado en cuerpo y alma. Llega en un momento interesante, con más de 100 millones de PlayStation 4 colocadas en el mercado aunque con su sucesora asomando a la vuelta de la esquina. Su éxito comercial dependerá en gran medida de la eficacia con la que Sony sea capaz de transmitir a su base de jugadores el peculiar concepto del título que hoy nos ocupa, el cual podría resumirse en “si puedes imaginarlo, puedes llevarlo a cabo”.

Un tanto impreciso, es verdad. Pero es que en Dreams ya no nos limitamos a combinar las piezas que el juego pone a nuestra disposición, se trata de darlas forma a nuestro antojo para crear algo desde cero. Por supuesto no necesitaremos tener conocimientos de programación para acometer la tarea, el editor resulta lo suficientemente asequible como para que cualquiera pueda empezar a rellenar ese lienzo en blanco que nos servirá como punto de partida.

Tampoco os vamos a engañar, se trata de un sistema con tantas posibilidades que abruma. Aprender a sacarle el máximo partido requiere tiempo y paciencia, un aprendizaje a base de sencillos tutoriales pero que exige que nos apliquemos para dominar todos los aspectos asociados al diseño de un videojuego y que no se limitan a lo meramente visual. Definir los objetivos de la partida, dictar las reglas a las que ha de ceñirse la inteligencia artificial o plantear las principales mecánicas en base a la forma de interactuar con los distintos elementos son fases del proceso de creación que se antojan tan indispensables como su vertiente plástica.

La mejor manera de aproximarse a Dreams es sin duda a través de su modo historia, una experiencia cautivadora en la que convergen géneros tan diversos como la aventura gráfica, el shoot’em up y el de plataformas. El sueño de Art es una delicia audiovisual que gira en torno a la figura de un músico que no pasa por su mejor momento y que tratará de recuperar la inspiración mientras revisa sus más preciadas posesiones. Una travesía onírica muy satisfactoria pero que no llega a las tres horas de duración, por lo que no os sorprendáis si os quedáis con ganas de más.

Esta modalidad va acompañada de toda una serie de minijuegos de lo más diversos con los que Media Molecule no sólo pretende que pasemos un buen rato sino también darnos ideas de lo que podemos llegar a construir si conseguimos dominar sus herramientas. Una pequeña muestra que nos será de utilidad pero que resulta insignificante si la comparamos con la ingente cantidad de sueños que la comunidad ha puesto a disposición de todos aquellos que arden en deseos de sumergirse en universos de lo más variopintos.

Algunos serán de carácter experimental y superarlos no nos llevará más de unos minutos frente a la pantalla mientras que otros nos sorprenderán por su esmerado arte y su profundidad. Un interfaz muy bien diseñado nos permitirá navegar entre toda esta ingente cantidad de creaciones, mostrándonos las mejor valoradas por los usuarios, aquellas que se han publicado recientemente o las que más se ajustan a nuestros intereses. La plataforma está en constante actualización por lo que siempre encontraremos nuevos retos a los que enfrentarnos.

El futuro de Dreams está en manos de su comunidad, pues serán los jugadores los que doten de vida a un juego que les invita a volcar toda su creatividad. Sus responsables se han permitido soñar a lo grande con un título como no hay otro igual, que destila pasión por los cuatro costados y que aspira a escribir su propia página en la historia de los videojuegos como ya hicieran gigantes de la talla de Minecraft. Decía Auguste Gusteau en la película Ratatouille que cualquiera puede ser un gran chef, ahora es el equipo de Media Molecule el que nos invita a hacer realidad lo que hasta no hace mucho no era más que una fantasía para la mayoría.

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