The New Pope: los mejores momentos de la serie de Sorrentino

La continuación de The Young Pope no ha perdido los atributos que hicieron única a su predecesora. Incisiva e irreverente, la serie de Paolo Sorrentino se recrea en sus propias contradicciones siendo capaz de saltar en un abrir y cerrar de ojos de la sutileza a la provocación, de la elegancia a la extravagancia, de la aflicción a la burla. Con una puesta en escena hipnótica tanto en lo visual como en lo melódico, The New Pope recupera las riendas del relato con Pío XIII sumido en un coma irreversible a ojos de la ciencia médica y con las altas esferas de la Iglesia católica ante la disyuntiva de aguardar un milagro o nombrar a un nuevo Papa que traiga la tan ansiada estabilidad a la institución.

Para paliar la ausencia de su protagonista la ficción introduce a John Malkovich en el papel de Sir John Brannox, llamado a ser el Sumo Pontífice gracias a ese carácter moderado expuesto en su famosa “vía intermedia”. El principal desafío al que se enfrenta el personaje, hacer olvidar a alguien de una condición casi mística como Pío XIII, es en cierto modo la misma que la del actor estadounidense. Su inmenso talento interpretativo es la mejor baza para suplir el carisma de Jude Law, si bien es cierto que Malkovich consigue impulsar la serie en otras direcciones.

Su aportación no será lo único en que nos deleitemos a lo largo de los nueve capítulos que conforman la temporada. Silvio Orlando retoma su personaje de Angelo Voiello haciendo que nos preguntemos a menudo si no será él la verdadera estrella de esta función; Javier Cámara vuelve como el buen Bernardo; y Cécile de France gana en presencia en pantalla como Sofia Dubois. Ellos y otros muchos personajes han contribuido a que The New Pope nos haya dejado momentos imborrables. A veces dramáticos, otras paródicos y en ocasiones simplemente inesperados. A continuación queremos hacer un repaso de algunas de las escenas que han marcado esta segunda tanda de intrigas vaticanas.

 

“Porque yo lo sé todo, Voiello”

Ante la imposibilidad de ser investido como nuevo Papa, el taimado Voiello decide jugar su última carta para no dejar el destino de la Santa Madre Iglesia en manos de su principal rival. La treta no es otra que convencer a todos sus aliados para votar a Tommaso, un hombre de carácter sencillo y tierno al que manipular a su antojo una vez sea el Sumo Pontífice. Sin embargo, el Secretario de Estado subestimó la capacidad de su elegido para tomar consciencia del poder que implicaba su nuevo cargo, tomando en tiempo récord una serie de decisiones tan impopulares entre la jerarquía eclesiástica como abrir el Vaticano a los refugiados, desprenderse de las riquezas acumuladas durante varios siglos y en definitiva derogar los privilegios de aquellos que a su entender deberían predicar la fe cristiana con humildad y mesura. Cuando Voiello trata de convencer al nuevo Papa de la amenaza que estos preceptos suponen para la institución, él le espeta que no es ni mucho menos el ingenuo por el que le había tomado, que el haber pasado años escuchando en confesión a los cardenales había consumido esa “ingenuidad” que siempre le había caracterizado, tal era la magnitud de los pecados que habían llegado a sus oídos. Una revelación sorprendente que en cierto modo selló su destino y el fin de su mandato.

“Henos aquí enfrentados a la aterradora tarea de tener una conversación”

The New Pope no se apresura a la hora de mostrar a Sir John Brannox, pese a no disimilar que el personaje tendrá una importancia capital en el desarrollo de la temporada. De hecho, en el primer capítulo sólo nos enseña su velada silueta como si de una estrella del rock se tratase. Una a punto de abandonar el backstage para llenar con su sola presencia el escenario. Cuando por fin decide dejarse ver y presentarse ante Voiello, nos percatamos de que su aspecto dista mucho del que cabría esperar de un alto cargo eclesiástico. Contorsionado sobre un sillón, vestido de manera impecable y con los ojos ligeramente pintados en negro, Brannox pone a prueba al Secretario de Estado con una charla en apariencia trivial en la que evita ahondar en la razón de su visita. El excéntrico aristócrata sabe que es una pieza esencial en la partida de Voiello aunque no esté seguro de si aceptar la propuesta que lo ha traído desde Roma hasta su residencia familiar en la campiña inglesa. Este primer encuentro no sólo nos advierte de la astucia del que acabará convirtiéndose en Juan Pablo III, sino también de su fragilidad ante los eventos más traumáticos de su pasado.

“¿Qué regalo me ha traído?”

Uno de los múltiples motivos por los que Sir John acepta ser el nuevo Papa es la oportunidad de satisfacer su vanidad y conocer a algunas de sus celebridades favoritas. Su audiencia con Marilyn Manson es memorable, especialmente cuando el cantante y compositor admite no saber quién es el actual Pontífice tras unos meses retirado de la vida pública. Sin embargo es su entrevista con la actriz Sharon Stone la que pinta al espectador una sonrisa en la cara desde el primer instante, cuando Juan Pablo III incomoda a su invitada diciendo aquello de: “Señora Stone, le estaré profundamente agradecido si en el transcurso de nuestra conversación procura evitar descruzar y recruzar las piernas”. Una aguda referencia a su trabajo en Instinto básico que no pasa desapercibida y que se tornará aún más embarazosa cuando a los pocos minutos la intérprete advierta que necesita cambiar de posición, lo que obligará al personaje de Malkovich y a su séquito a mirar hacia otro lado por unos segundos. Otro momento que no tiene desperdicio es cuando el Santo Padre le reclama un obsequio con el que recordar su visita, obteniendo los zapatos de Stone que se queda irremediablemente descalza.

“Me has llamado. He regresado. Ahora dime por qué”

Paolo Sorrentino es un provocador nato. Son muchas las escenas en The New Pope de una sexualidad manifiesta y que están llamadas a suscitar no poca polémica. Como prueba, el inicio de la temporada en la que vemos cómo Pío XIII permanece en coma al cuidado de una joven monja que, tras limpiar su cuerpo, se tumba en un sillón junto a la cama y se masturba. La triunfal resurrección del personaje encarnado por Jude Law no podía dejar indiferente a la audiencia, de ahí que el director y guionista le dedicase una secuencia onírica en la que emerge del mar ataviado solamente con un bañador que deja muy poco a la imaginación y se detiene sobre la arena de la playa. Allí se encuentra con Esther, de cuyo crucifijo sustrae uno de sus preciados cigarrillos, y continúa su camino ante la atenta mirada de multitud de mujeres en traje de baño que juegan al voleibol, realizan ejercicios de gimnasia o simplemente toman el sol. Entre todas ellas destaca la figura de Sofia Dubois, quien porta una bandeja con bebidas y lo sigue a cierta distancia. La sensual exhibición del joven Papa, que luce en todo momento un aire sereno y confiado, ejerce su efecto en una mujer vestida con un manto azul como si de la mismísima Virgen María se tratase y que acaba cayendo desmayada a su paso. Este metraje pasa a convertirse en la cabecera de la última tanda de episodios de la temporada, la cual dicho sea de paso cambia con frecuencia.

“Girolamo es el mundo que sufre, Girolamo es el mundo que ama”

Voiello no es sólo uno de los personajes más fascinantes de la serie, también uno de los más complejos. Tanto en The Young Pope como en The New Pope ha exhibido su destreza para tratar los asuntos de estado con astucia y discreción, siempre dispuesto a hacer lo necesario para salvaguardar los intereses del Vaticano. El apodado “hombre tras el telón” no es ajeno al engaño, al chantaje y a la manipulación, instrumentos de los que se vale en un delicado juego político en el que no puede permitirse confiar en nadie. Pero siempre existe una excepción, y en el caso de nuestro querido cardenal lleva por nombre Girolamo. Este joven con parálisis cerebral no sólo goza de su más sincero afecto, también se revela como un íntimo confidente. Sólo con él es capaz de verbalizar sus miedos más profundos, sus anhelos inconfesables y por supuesto sus decisiones más reprobables. Su muerte supone un duro golpe para Voiello justo cuando parecía abocado al retiro tras haber perdido el favor del Santo Padre. En su regreso al Vaticano y con la promesa de restaurar la figura del Pontífice, el Secretario sólo pide una única gracia a su superior: que el funeral de Girolamo se celebre en la Basílica de San Pedro y que sea oficiado por el mismísimo Papa. Allí, en el corazón de la Iglesia y con toda la pompa que cabría esperar de un acto para un alto dignatario, Voiello dedica una sentida despedida a su único amigo. Un discurso emotivo y de una profunda humanidad en el que por primera vez somos testigos del lado más vulnerable de un hombre acostumbrado a ocultar sus sentimientos como si estuviese inmerso en una partida de póker infinita.

 

“Y ahora quisiera bajar con vosotros”

Han sido muchos los errores cometidos por Lenny Belardo en su convulsa trayectoria al frente de la Iglesia católica. Sin embargo, las experiencias acumuladas a lo largo de su mandato lograron suavizar el carácter del joven Papa y su manera de ver el mundo. La última vez que Lenny se dirige a los fieles opta por mostrarse más cercano y conciliador que en sus primeras apariciones públicas, e incluso les transmite su deseo de hacer por fin lo que su maltrecho corazón le impidió en Venecia: bajar a la plaza y abrazar a los allí congregados uno por uno. El Pontífice es arropado por los fieles en un baño de masas que le conduce a un momento de éxtasis sin precedentes, un remolino de extrema espiritualidad que transcurre mientras su cuerpo en forma de cruz es levantado y transportado hasta las puertas de la Basílica de San Pedro. Son ellos los que le devuelven al seno de la Iglesia, donde queda tendido sin vida a los pies de la Piedad de Miguel Ángel. La riqueza iconográfica de la escena da pie a múltiples lecturas, si bien la analogía entre el protagonista y Cristo es cuanto menos palpable. Un cierre tan impactante como ambiguo para una serie inclasificable.

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