El peliculero, emoción y risas

2020 está siendo complicado, por decirlo delicadamente, y uno de los sectores que más está sintiendo el golpe es el del teatro. Por eso es una alegría ir a ver a los valientes que van subiendo el telón estos meses. Vamos, que en los tiempos que corren, casi que lo primero que hay que decir es que en la función de El peliculero en el Pequeño teatro Gran Vía de Madrid se cumplieron a rajatabla con todas las medidas de seguridad: mascarillas, geles hidroalcohólicos, distancia entre butacas…. Y ahora que ya nos hemos quitado la parte “pandémica” de encima, vayamos a lo importante: el espectáculo.


Víctor Parrado vuelve a los escenarios con un espectáculo lleno de humor, sí, pero ante todo con un espectáculo lleno de verdad. Se dice fácil, pero conseguirlo no lo es tanto. El cine siempre ha formado parte de nuestras vidas, de nuestro imaginario, de nuestras expectativas y Parrado lo aprovecha para ligar todo su monólogo con experiencias personales y vitales, con las que todos los espectadores podemos empatizar.


Y el monólogo cumple con creces, desde la carcajada sorprendida que te arranca con un discurso de aceptación de una longitud que daría envidia al mismísimo Pedro Almodóvar, hasta la sonrisa cómplice (vía mascarilla) porque eso también te ha pasado a ti, y al de dos butacas más allá. Parrado consigue un monólogo cómplice, dinámico y con un ambiente en el que te sientes como en casa.
Y, no nos equivoquemos, es difícil que reír parezca tan fácil.

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