Call of Duty no iba a pasar de puntillas por este 2020. A pesar de ser un año complicado, la llegada de las nuevas consolas y el potencial de los últimos lanzamientos para las actuales plataformas han mantenido intacta la ilusión de una comunidad que sigue hambrienta de nuevas entregas de sus sagas favoritas.
El buque insignia de Activision no ha faltado a su cita. Si la pasada temporada nos daba la oportunidad de regresar al universo de Modern Warfare con una entrega de muchos quilates y que nos reunía con algunos viejos conocidos, en esta ocasión son nuestros camaradas de Black Ops los que celebran nuestra vuelta en un título que satisfará a los veteranos sin por ello perder de vista aspectos que se han venido gestando desde hace algún tiempo y que marcarán el futuro de la marca.
En todo caso, Cold War sigue haciendo gala de los atributos más reconocibles de la saga. La propuesta es rica y variada, el gameplay tan frenético y fluido como siempre, y los valores de producción vuelven a dejar el listón muy alto. No vamos a negar que acusa cierto desgaste, pues al fin y al cabo es muy difícil mantener la frescura con un juego al año, sin embargo no carece de novedades que merece la pena tener en cuenta si estáis considerando sumergiros en él. A continuación vamos a repasar las claves de uno de los títulos más importantes de cuantos llegan a las tiendas en plena campaña navideña.
Bienvenidos a la Guerra Fría
Como su propio título indica la nueva entrega de Call of Duty se adhiere a la subsaga de Black Ops, introduciendo un nuevo capítulo en este arco argumental y conectando directamente con los acontecimientos y personajes del primer juego como Mason y Woods. La acción se traslada a la década de los 80 para formar parte de un equipo de la CIA liderado por Russell Adler, estrella indiscutible del título, y financiado por el propio Ronald Regan. Nuestra misión, localizar a un agente soviético bajo el nombre en clave Perseus que amenaza con acabar con el equilibrio de poder entre Estados Unidos y la Unión Soviética, lo que nos obligará a iniciar una persecución que como es habitual nos llevará a recorrer medio mundo. En todo caso, todas nuestras operaciones las coordinaremos desde un piso franco en Berlín Oeste, algo así como nuestro cuartel general desde el que se centraliza todo cuanto ocurre en la campaña y un recurso muy inteligente para sacar partido a esa estupenda ambientación que otorga al juego gran personalidad y que nos remite a películas como Atómica y sus intrigas de espionaje.
La campaña sigue muy presente
Jugar en solitario a Call of Duty nos sigue pareciendo tan entretenido como siempre, ya que sus historias siguen teniendo ese carácter cinematográfico que las ha hecho tan populares. Eso sí, en esta ocasión la sensación de déjà vu ha sido bastante frecuente, ya que repite algunas situaciones vistas en entregas anteriores y muchas de sus localizaciones -Cuba, Vietnam, el complejo en la montaña…- también resultan cuanto menos familiares. En todo caso, se nota que sus responsables han querido probar cosas nuevas y eso se agradece. La personalización de nuestro personaje como si de un RPG se tratase, un mayor rigor en las misiones de infiltración pudiendo ocultar cuerpos al más puro estilo Agente 47, la posibilidad de emprender misiones secundarias, las interacciones con otros miembros de nuestra unidad a fin de saber más sobre ellos o las opciones de diálogo y toma de decisiones, algo limitadas pero que afectan a diversos aspectos del devenir de la trama. Meras pinceladas pero que al ser tan poco habituales en la franquicia nos han llamado la atención. Lástima que una recta final algo irregular y una duración ligeramente inferior a lo que venimos viendo empañen un poco esta modalidad que, dicho sea de paso, cuenta con varios finales.
Multijugador que apuesta a lo seguro
Treyarch se ha propuesto agradar a los más puristas con un multijugador con cierto sabor tradicional, que abandona ese enfoque más táctico de Modern Warfare para decantarse por la confrontación directa. Esta decisión se nota en el diseño de los mapas, muy abiertos y que impulsan a que los jugadores estén constantemente en movimiento. Su gran amplitud tiene mucho que ver con algunas de las propuestas más interesantes de esta entrega, ya que más allá de los modos clásicos que los aficionados conocerán al dedillo Cold War introduce novedades como Escolta VIP o Bomba Sucia. En el primero la cooperación se antoja vital, ya que nuestro objetivo será escoltar a una persona de interés hasta un determinado punto de extracción haciendo frente a cualquier intento de emboscada. El segundo, sin duda el que nos ha dejado con mejor sabor de boca, nos insta a realizar varias detonaciones en zonas muy amplias y con la posibilidad de manejar vehículos. Una experiencia muy intensa y divertida, pensada para jugarse con diez equipos de cuatro jugadores y que en cierto modo nos da pistas de la dirección que está tomando una saga cada vez más ligada a Warzone, el Battle Royale que por supuesto seguirá formando parte del ecosistema de Call of Duty. Señalar también que esta entrega tiene crossplay, lo cual hace posible conectarnos con otros jugadores que utilicen plataformas distintas a la nuestra.
Los zombies se levantan de nuevo
La tercera pata que a día de hoy sostiene a la franquicia es también la más continuista de todas, ya que asume menos riesgos de lo que hubiéramos imaginado y más teniendo en cuenta que Cold War está firmado por el estudio que introdujo esta vertiente en Call of Duty. Die Maschine, el mapa disponible de lanzamiento, es una revisión del mítico Nacht Der Untoten que se nutre de la particular estética de Cold War y nos remite a los orígenes de la trama del éter oscuro. En este búnker de la Segunda Guerra Mundial deberemos enfrentarnos a las consabidas hordas de zombies hasta que un helicóptero de rescate nos saque del lugar, lo cual podremos solicitar cuando deseemos para así hacer acopio de nuestras recompensas. Si bien el diseño de este lúgubre escenario no se encuentra entre los mejores que hemos visto, cumple su función y no carece de cierta identidad. Al fin y al cabo, no hará falta dedicarle muchas horas para descubrir que aquí no se trata de hacerse el héroe sino de planificar cada nueva oleada con mucho cuidado, volviendo una y otra vez a la zona del laboratorio para equiparnos convenientemente. Indicar que como principal novedad se ha implementado un sistema de rareza de armas que determina el número de accesorios que podemos portar y el nivel de nuestro arsenal y blindaje.
El espectáculo debe continuar
Las producciones con el sello Call of Duty suelen alardear de músculo técnico, y este nuevo Black Ops no es una excepción. Tras el salto de calidad que percibimos hace un año en Modern Warfare, un título que reforzó su motor gráfico para dejarnos algunos detalles fotorrealistas muy notables, el juego de Treyarch como mínimo mantiene el nivel de su antecesor. Que nadie se espere una revolución gráfica ya que cabe recordar que Cold War es un título intergeneracional con todo lo que ello implica. Su capacidad de sorprender es limitada pero disfrutarlo en plataformas como PlayStation 4 sigue siendo muy satisfactorio por mucho que nos seduzca la nueva generación. Pese a todo el título no se libra de algunos problemas con el motor de colisiones o caídas de frames un tanto molestas en puntos concretos de la campaña individual o el multijugador. Este tipo de fallos no son ajenos a los lanzamientos y es de esperar que se vayan solucionando en futuras actualizaciones. En lo que respecta al sonido, alabar el mimo con el que se han trabajado los efectos de las armas, la banda sonora y sobre todo los doblajes, en castellano y con voces de primer nivel.