
Los Irregulares parece como si quisiera avisarte de lo que te van a encontrar antes de que te acerques a verla: junto a elementos muy interesantes y que funcionan muy bien, vas a encontrar otros que no terminan de encajar. Como mínimo hay que admitirle a la serie que va de frente.
La serie se ambienta en el Londres victoriano y nos presenta a una banda callejera de adolescentes a los que un doctor Watson bastante diferente de lo que estamos acostumbrados a ver “contrata” para que resuelvan crímenes por ellos. Todos estos crímenes tienen un cariz sobrenatural. Y aquí comienzan las primeras irregularidades: el grupo de amigos funciona muy bien, tienen el suficiente carisma para resultar simpáticos pese a ser hasta cierto punto personajes tipo. Por otro lado el retrato de Sherlock y Watson es atroz. Está muy bien adaptar personajes clásicos a los nuevos tiempos y añadir nuevas facetas a su retrato. Pero, al final, su esencia tiene que mantenerse y aquí Watson y Sherlock bien podrían haberse llamado Pepe y Luis que no hubiera afectado en absoluto a la caracterización de ambos.
Irregular es también la trama sobrenatural: capítulos entretenidos, seguidos de otros que no sabes muy bien por qué están allí; historias bien construidas van de la mano con decisiones que dejan aspectos clave sin resolver. Lo mismo aplica a la ambientación: las sucias calles del Londres de la revolución industrial.. pero a ritmo de rap. Algo que cada vez es más habitual en las series de época, por ejemplo, en Las chicas del cable, pero que en ocasiones te saca de la atmósfera global que persigue la ficción.
Es cierto que en líneas generales consigue ser una ficción entretenida y perfecta para pasar un rato delante de la televisión sin pensar mucho, pero al final uno siempre se queda con la impresión de que se mueve a medio gas.