Friends: The Reunion – Cuelgues, armadillos y cintas de vídeo

Si hay algo que los fans de Friends siempre han tenido muy claro es que el éxito de la serie de NBC se debió en gran medida al acierto en la elección de los intérpretes que dieron vida a Mónica, Ross, Rachel, Chandler, Phoebe y Joey durante diez gloriosas temporadas. David Crane y Marta Kauffman se pasaron meses enredados en un casting que rozó la obsesión, decididos a contratar a aquellos actores en los que viesen reflejados a los personajes que iban a conformar este icónico grupo de amigos.

Aún hoy, más de 15 años después del final de la sitcom, resulta imposible no reconocer a todos y cada uno de ellos en las estrellas que les dieron vida. Por esta razón no hay nada en los primeros minutos de Friends: The Reunion -ni siquiera los decorados que tan bien conocemos- que resulte tan nostálgico como contemplar a Matthew Perry entrar al plató con las manos en los bolsillos de manera despreocupada, como si se tratase del propio Chandler Bing de camino al Central Perk.

Este vínculo inquebrantable entre el artista y su alter ego vuelve a quedar patente en el instante en el que el reparto al completo toma asiento junto a James Corden. La risa de Lisa Kudrow, el hablar entrecortado de David Schwimmer o los aspavientos de Matt Leblanc son las auténticas señas de identidad de un revival que no se ve ensombrecido por las canas, los retoques estéticos o los kilos ganados con el inevitable paso del tiempo.

El reencuentro goza de justificación cada vez que sus protagonistas comparten escena y se dejan llevar por los recuerdos. Anécdotas como la del cuelgue en la vida real entre David y Jen o la de Leblanc confesando cómo le cogía a Courteney las páginas del guión que ella misma escondía en cualquier recoveco -una broma a la que se prestaría sin dudarlo el Joey de las primeras temporadas- harán las delicias de los incondicionales de la serie. Casi tanto como ver de nuevo al intérprete de Episodes echar hacia atrás el respaldo de su butaca en sincronía con su antaño compañero de piso, a Kudrow desempolvando su guitarra para entonar Smelly Cat o a Schwimmer orquestando un nuevo duelo de preguntas y respuestas.

No lo vamos a negar, el buen ambiente que se respira en Friends: The Reunion se debe en gran medida al talante de Matt Leblanc, el más activo del grupo junto a una ilusionada Jennifer Aniston y a un feliz David Schwimmer. Courteney Cox y Lisa Kudrow, más comedidas, también cuentan con algunos momentos entrañables sobre todo en las lecturas del guión, donde sorprende la facilidad con la que vuelven a recitar algunas de sus frases más memorables.

Si hay alguien que pasa un tanto desapercibido ese es Matthew Perry, quien a pesar de dejarnos alguna que otra pincelada de su humor agudo parece sentirse desubicado. Y lo decimos con tristeza, pues duele ver tan apagado al que para muchos ha sido uno de los grandes talentos cómicos que ha dado la televisión. De hecho, las ocasiones en las que el actor toma la palabra aporta un puntito agridulce (y también necesario) a la charla, dejando constancia de la presión que sentía cada vez que uno de sus gags no acababa de funcionar o cómo la relación entre sus compañeros trascendía la pequeña pantalla al ser los únicos que podían comprender las implicaciones personales de su meteórica carrera.

Tratándose de Friends, era impensable que entre todos los chascarrillos y las confidencias no se asomasen algunos de los ilustres secundarios que amenizaron las tramas, tales como Reese Witherspoon, Tom Selleck o (¡Oh, Dios mío!) Maggie Wheeler. Su presencia es un incentivo importante para no perderse la reunión, si bien su participación es testimonial y nos dejan con ganas de más. De mucho más.

Ellos también formaron parte del fenómeno y nos hubiese gustado que contasen con más metraje, una decisión cuestionable y más teniendo en cuenta la inclusión de las declaraciones de celebridades como David Beckham o Mindy Kaling que no estuvieron involucrados en la producción.

Pese a todo, Friends: The Reunion cumple su objetivo. El episodio especial navega entre lo divertido y lo emocional para celebrar la envidiable trayectoria de una serie irrepetible y que es mejor no tocar si hay riesgo de romperla. Después de un evento de esta magnitud quién se resiste a una nueva reposición de la sitcom, pero… ¿es que alguna vez hemos necesitado una excusa?

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