Con la ola de calor causando estragos de norte a sur nos hemos acordado de diez grandes películas que contaron con escenas que alcanzaron temperaturas máximas. Sólo con verlas es posible romper a sudar, por lo que os aconsejamos consultar nuestra lista con una bebida con hielo y un ventilador bien cerca.
Moby Dick
Tras el accidente con el vigía, la tripulación del Pequod se percata de que el viento ha dejado de soplar. Durante días, los marineros permanecen tendidos sobre la cubierta aguardando a que las velas vuelvan a hincharse. Lo único que brilla más que el sol, el doblón de oro que el capitán Ahab había clavado al mástil bajo la promesa de entregárselo a aquel que divisase a la ballena blanca. Una combinación abrasadora que hará que algunos marinos comiencen a perder la cabeza.
12 hombres sin piedad
La atmósfera sofocante que reinaba en la sala en la que los doce miembros del jurado debían dictaminar la inocencia o culpabilidad del acusado fue uno de los rasgos más característicos de la película de Sidney Lumet. Frustrados por la avería del único ventilador de la habitación, los personajes trataban de aguantar el bochorno de aquella jornada veraniega abriendo las ventanas y aligerando su indumentaria en la medida de lo posible. Un calor insoportable que, junto a la duda razonable del jurado número 8, contribuía a generar un clima de alta tensión.
El bueno, el feo y el malo
En los primeros compases de la película de Sergio Leone, Tuco era abandonado en mitad de ninguna parte por Rubio que prefería continuar su camino sin más compañía que su caballo. Más adelante, cuando el cazarrecompensas era capturado por el personaje interpretado por Eli Wallach, éste no tenía reparo en vengarse obligándolo a cruzar el desierto a pie y sin una gota de agua mientras lo contemplaba desde su montura y bien cubierto de los rayos del sol por una aparatosa sombrilla. Ni que decir tiene que tras varias horas de marcha, el Hombre sin nombre –pero con los rasgos de Clint Eastwood- se desplomaba sobre la arena dorada de pura deshidratación.
El puente sobre el río Kwai
El coronel Nicholson, encarnado por Alex Guinness, no toleraba que él y el resto de sus oficiales fuesen obligados por sus captores a realizar trabajos forzados para la construcción del ansiado ferrocarril, ya que tal acto contravenía lo dictado en la Convención de Ginebra. Saito, responsable del campo de prisioneros, no iba a admitir semejante insurrección, de ahí que castigase a Nicholson y sus hombres haciéndolos formar en el patio durante horas y bajo un sol abrasador. El orgullo del británico le mantuvo en pie el tiempo suficiente como para que el coronel nipón se replantease su postura, aunque no todos sus camaradas tenían su misma tolerancia al calor.
Lawrence de Arabia
En este clásico de David Lean el intrépido Lawrence traza un plan para tomar la ciudad de Áqaba que implicaba atravesar con medio centenar de hombres el desierto de Nefud, una ruta que los mismos beduinos consideraban un verdadero suicidio. Tras lograr la hazaña, el personaje de Peter O’Toole advierte que el camello de Gasim no tiene jinete. Pese a las advertencias de Alí, el británico vuelve a adentrarse en el desierto en pleno día para dar con su camarada. Un acto de gran valor que le granjea la admiración de sus nuevos aliados.
La leyenda del indomable
La cuadrilla de reos de la que Luke forma parte tiene como principal cometido el mantenimiento de las carreteras sureñas, un trabajo duro que les exige trabajar a pleno sol y a un ritmo constante entre la arena y el alquitrán. Son varias las escenas que hacen hincapié en el padecimiento de los convictos, sin embargo la más célebre es aquella en la que para más inri los presos son testigos de cómo una rubia despampanante –a la que Dragline bautiza como Genoveva- exhibe sus encantos mientras lava su coche con una esponja. Lo único que faltaba para subir aún más la temperatura.
Conan el bárbaro
Tras fracasar a la hora de infiltrarse en la secta de Thulsa Doom a fin de rescatar a la princesa Yasimina, el bárbaro es torturado por los secuaces del villano mientras éste se recrea en el control que ejerce en sus seguidores. Sin embargo, su muerte no iba a ser tan simple. Doom opta por crucificar al cimmerio en un árbol en mitad del desierto y dejar que los buitres se den un festín con su carne. Si el protagonista vivió para ver los títulos de crédito fue por el rescate del fiel Subotai, que acudió a la carrera justo antes de que pereciese de agotamiento.
La cabina
Los poco más de treinta minutos que dura el mediometraje de Antonio Mercero son un ejercicio de auténtica claustrofobia. Encerrado en una cabina telefónica de lo más corriente, el personaje de José Luis López Vázquez contemplaba impotente cómo varias personas intentaban sin éxito sacarle mientras la multitud se agolpaba en el parque. A lo largo del angustioso metraje el espectador podía sentir la desesperación del protagonista al verse atrapado sin comida, sin agua y bajo un sol de justicia.
Un día de furia
Un atasco matinal en uno de los días más calurosos del año es el detonante del furibundo arrebato de William Foster. El personaje encarnado por Michael Douglas comienza a perder el control mientras aguarda con las manos en el volante a que el tráfico se reanude, unos minutos de agobio en los que comprueba que el aire acondicionado del vehículo no funciona y que resulta imposible bajar la ventanilla porque la manilla está rota. Los gritos de los niños del autobús escolar, los mensajes perturbadores de las matrículas de los automóviles que le rodean y una mosca que no deja de fastidiar harán el resto. Al final, Foster decide abandonar su vehículo en mitad de la calle para hacer el camino a pie y dar sentido al título del film de Joel Schumacher.
Asesinos
En el último acto de la cinta de Richard Donner que tiene lugar en Puerto Rico, el joven Miguel se dispone a matar a su rival Robert Rath apostándose con un rifle de francotirador en un viejo edificio frente al Banco Internacional. El personaje de Stallone, anticipando la jugada, se toma su tiempo antes de salir del mismo para impacientar al asesino y hacer que abandone su posición. En los momentos previos a que esto ocurra veíamos a Antonio Banderas siendo víctima del clima tropical del país, sudando la gota gorda e incluso tratando de refrescarse echándose agua sobre la cabeza, lo cual no hacía sino introducirle el sudor en los ojos.