Suele ocurrir en los inicios de generación, cuando el catálogo de las nuevas plataformas es todavía limitado, que los estudios preparen versiones remozadas de sus títulos más punteros. Utilizando términos tan cinematográficos como el montaje del director, estas nuevas ediciones tratan de potenciar la propuesta inicial ofreciendo mejoras gráficas, nuevas funcionalidades y sobre todo contenidos extra que supongan un caramelo irresistible tanto para los que adquirieron el juego de lanzamiento como para aquellos que se quedaron con las ganas.
En lo que respecta a PlayStation, el equipo de Sucker Punch ha querido adelantarse a Hideo Kojima, que en unas semanas nos traerá una revisión del fascinante Death Stranding, y devolver a los jugadores a ese Japón medieval que tan buenos ratos nos hizo pasar en la segunda mitad de 2020. Porque sí, por mucho que se siga pensando en el año pasado como el de The Last of Us Part II, Ghost of Tsushima logró hacerse un hueco entre los mejores exclusivos de la consola con una aventura de mundo abierto con una estética cautivadora, un sistema de combate muy adictivo y una historia de lo más emocionante.
Ghost of Tsushima Director’s Cut, como era de esperar, nos invita a disfrutar de las gestas de Jin Sakai en la nueva consola de Sony con una resolución y unos efectos mejorados así como una acertada implementación de la tecnología háptica. Sin embargo, hemos de reconocer que ha sido su nueva expansión la que ha atraído toda nuestra atención. Un nuevo capítulo en la lucha del samurái fantasma contra las hordas mongolas que también se encuentra disponible de manera independiente para PS4 y que trataremos de analizar en las siguientes líneas.
Perseguido por su pasado
La acción tiene lugar en la llamada isla de Iki, una región que forma parte del mismo archipiélago de Tsushima y a la que podremos acceder embarcando desde un punto indicado en nuestro mapa. Allí se ha establecido la llamada Tribu del Águila, un contingente enemigo liderado por una poderosa chamana que causa estragos en el territorio mientras aguarda el momento oportuno para emprender la invasión definitiva. En un noble intento de detener su cruel campaña, Jin viajará a Iki para acabar cayendo bajo el influjo de la hechicera, cuyas malas artes trastocarán su mente y despertarán a sus peores demonios.
Su enfrentamiento dará pie a que conozcamos más de la infancia del joven señor, en especial de su turbulenta relación con su padre y de los sentimientos que emergieron tras su muerte. No en vano fue en la propia isla de Iki donde el patriarca del clan Sakai pereció a manos de los salteadores que pueblan en lugar y que todavía hoy siguen guardando un profundo rencor a los samurái tras su brutal intento de purgar la isla con sangre y acero.
A pesar de que esta travesía se desbloquea a partir del segundo acto, al liberar la región de Toyotama, tiene mucho más sentido emprenderla una vez finalizada la aventura principal. No sólo porque las misiones serán desafiantes y nos convendrá haber obtenido todas nuestras habilidades y un buen equipamiento, sino porque nuestras correrías por Iki están repletas de referencias a los sucesos más traumáticos de la aventura de Jin, al que múltiples elementos de los escenarios le recordarán lo vivido junto a los que fueron sus aliados. Además, el Águila no dudará en atormentarnos haciendo mención a nuestra transformación en el Fantasma, al vínculo con nuestro tío y a la contienda contra Khotun Khan.
Cabe decir que Sucker Punch no ha tenido ni la más mínima intención de experimentar con una fórmula que tan buenos resultados les ha dado. La expansión está planteada desde un punto de vista muy convencional, respetando las mecánicas del juego base y manteniéndose anclada a la narrativa del mismo. Al fin y al cabo, ni se trata de una segunda parte ni de una extensión con entidad propia como Uncharted: el legado perdido o Spider-man: Miles Morales. En todo caso la trama es interesante y está muy bien contada, por lo que es la excusa perfecta para seguir blandiendo nuestra katana y profundizar en la psique de nuestro protagonista.
Que la isla de Iki se perciba de lo más conservadora no significa que no traiga consigo algunas novedades interesantes. La primera de ellas es un nuevo enemigo, el chamán, que acompañará a las patrullas mongolas para infundirles vigor. Con sus cánticos, estas unidades provocarán que los soldados nos ataquen con más brío, sin apenas tomarse un respiro entre estocada y estocada y sin respetar su debido turno. Unos oponentes que por cierto acostumbran a cambiar de arma durante las escaramuzas, algo que introduce una capa adicional de complejidad a los combates que les sienta muy bien.
En segundo lugar, nuestra montura tendrá la capacidad de embestir a los enemigos que nos corten el paso infligiéndoles un gran daño. Esta habilidad, además de ayudarnos en el combate, nos facilitará evadirnos de aquellos encuentros no deseados con las patrullas y evitará que los lanceros nos derriben a la primera de cambio. A esto hay que sumarle que podremos equipar a nuestro caballo con unas prácticas alforjas en las que almacenar munición, lo que nos posibilita reabastecernos siempre que queramos sin tener que escudriñar los escenarios o acudir a vendedores.
Iki es un territorio extenso, comparable al de cualquiera de las zonas principales de Tsushima. Explorar cada uno de sus rincones es una tarea obligada no sólo para acceder a las misiones principales del relato, sino también a multitud de misiones secundarias. De hecho, algunas de ellas no aparecerán marcadas y las encontraremos dependiendo de lo minuciosos que seamos en nuestros reconocimientos.
Tendremos dos nuevos relatos míticos que desentrañar así como un buen surtido de actividades, algunas de ellas bien conocidas como los manantiales, los puestos de bambú, los santuarios sintoístas y las áreas en las que componer haikus. Otras se han creado para la ocasión, como los desafíos de arquería en los que deberemos derribar varios farolillos en un tiempo determinado o los altares en los que tendremos que ganarnos la confianza de simpáticos animalillos tocando nuestra flauta. Este sencillo minijuego se ejecuta a través del sensor de movimiento del mando, atendiendo a su inclinación para mantener un punto situado en el centro de la pantalla entre dos líneas que representan la cadencia musical.
Encontraremos los llamados Santuarios del Viento, que nos instarán a resolver acertijos para obtener recompensas en forma de skins. Merece la pena hacerse con ellos, pues nos dotarán de apariencias inspiradas en otros grandes iconos contemporáneos de PlayStation como son los protagonistas de God of War, Shadow of the Colossus y Bloodborne. También localizaciones especiales en las que podremos acceder a los recuerdos de Jin durante la invasión samurái de Iki, un refuerzo narrativo que nos permitirá entender mejor el impacto emocional que supuso el abrupto final de su progenitor.
Por último, hacer mención a los duelos con bokken que podremos disputar en uno de los principales enclaves de la expansión. Esta competición se lleva a cabo con sables de madera y sirven para ejercitar el esgrima descartando cualquier otro de los recursos que habitualmente utilizamos en la batalla. Saldrá victorioso el que contabilice cinco toques en el rival.
Una expansión de la vieja escuela
Es preciso valorar la isla de Iki por lo que es, una perfecta expansión para uno de los juegos más notables del catálogo reciente de PlayStation. No viene a revolucionar nada, simplemente apuesta por ofrecer dos tazas más de la aventura que tanto nos gustó manteniendo intactas sus mismas virtudes y defectos.
La nueva ínsula ofrece escenarios de gran belleza, desde praderas cubiertas de flores a exuberantes bosques y amenazadores acantilados. El mapa es amplio y está lleno de secretos, todos ellos pensados para que permanezcamos sobre la silla de montar durante muchas horas pese a haber superado la historia principal, algo que a los veteranos les parecerá un suspiro.
No busquéis un salto gráfico palpable, pues no lo hay. Ni siquiera en la consola de nueva generación, donde el rendimiento es excelente al igual que en su antecesora. Una PS4 que todavía es capaz de darnos muchas alegrías. Así pues, desenvainad vuestra katana que todavía queda mucho por hacer.