Grandes interpretaciones de actores infantiles en el cine

Han sido muchos los actores que nos han sorprendido con su precocidad y nos han regalado interpretaciones de una trascendencia que sólo hubiéramos creído posibles con actores más experimentados. Jóvenes talentos, en ocasiones debutantes en producciones de la máxima exigencia, que lograron robar sus escenas a estrellas consagradas del celuloide. A continuación vamos a hacer un repaso de algunos de esos prodigios que nos dejaron con la boca abierta en la sala del cine.

Patty Duke – El milagro de Ana Sullivan

La actriz estadounidense alcanzó la fama con tan solo 15 años gracias al papel de Helen, una niña sorda y ciega a la que Anne Bancroft debía educar con paciencia y disciplina en el filme de Arthur Penn. Más allá de la extrema dificultad implícita en asumir un rol de estas características, Duke llevó a cabo una interpretación muy física y que nos dejó instantes estremecedores. Una sucesión de arranques de ira, pataletas y agresiones que fueron cediendo ante los esfuerzos de la institutriz por romper ese aislamiento al que se vio sometida desde sus primeros días de vida.

Enzo Staiola – Ladrón de bicicletas

La obra maestra de Vittorio de Sica nos sumergía en un dramático relato en el que un padre y su hijo deambulaban por la Roma de la posguerra en busca del ladrón que en un descuido había sisado al bueno de Antonio esa bicicleta tan indispensable para desempeñar su nuevo trabajo y mantener a su necesitada familia. El pequeño Bruno, consciente de la desesperación de su progenitor, lo sigue con diligencia en pos de ganarse su aprobación sin importarle la actitud a menudo indiferente del hombre. La gran interpretación del jovencísimo Enzo Saiola llega a su punto álgido en ese final descorazonador en la que el niño regala a Antonio una mirada de profunda compasión al ser consciente del humillante final de su infructuosa búsqueda.

Salvatore Cascio – Cinema Paradiso

Staiola no es el único niño prodigio de origen italiano que tiene un hueco en esta selección. Salvatore Cascio, quien diera vida a su tocayo Salvatore Di Vita en Cinema Paradiso, también nos deslumbró con su talento a la corta edad de 8 años. Su trabajo en el filme de Giuseppe Tornatore fue esencial para que el cineasta pudiese dar forma a una relación verosímil entre Totò y Alfredo, esa figura paterna anclada a la sala de proyecciones y que compartiría con el pequeño su amor por el cine. Cascio, que parecía disfrutar de cada instante en el set de rodaje, confirió la naturalidad infantil a un personaje que rezumaba picardía e ingenio.

Natalie Portman – El profesional (León)

Con apenas 11 años la actriz Natalie Portman se reveló al mundo co-protagonizando la cinta de culto de Luc Besson en lo que sólo podemos calificar como un ejercicio de madurez interpretativa insólito. Portman, que compartió sus escenas con el siempre lacónico Jean Reno, se desenvolvió con suma soltura en el papel de Mathilda, una niña que ve cómo su familia es brutalmente asesinada por unos sicarios y se ve forzada a buscar la protección de un solitario vecino que resulta ser un asesino pulcro y metódico. La química entre ambos fluye gracias a su actuación desenfadada y que en determinados momentos del metraje se impregna de cierto erotismo, algo que en su día fue duramente criticado por algunos sectores.

Kirsten Dunst – Entrevista con el vampiro

La adaptación al cine de la célebre novela vampírica de Anne Rice contó con Kirsten Dunst en el papel de Claudia, la jovencita a la que el pérfido Lestat otorgaba la inmortalidad con la esperanza de establecer un vínculo afectivo para el cada vez más taciturno Louis. El desafío de Dunst consistió en dar vida a un ser que, a pesar de su apariencia cándida e inocente, hacía mucho tiempo que había dejado atrás su niñez y cuyos anhelos no eran precisamente coleccionar las muñecas con las que todos los años le obsequiaba su padrino. La actriz no solo entendió a la perfección la dualidad de su personaje, sino que la supo representar frenta a las cámaras con toda una exhibición de carácter y técnica actoral.

Anna Paquin – El piano

La carrera en la gran pantalla de Anna Paquin dio comienzo en 1993 con El piano, una cinta que hizo gala de un soberbio reparto en el que sobresalían nombres como Holly Hunter, Harvey Keitel y Sam Neill. Una historia muy adulta trufada de secuencias de gran dureza que a Paquin, que por aquel entonces contaba con 9 primaveras, no le vino grande ni por un segundo. De hecho, con Hunter formó uno de los tándems femeninos más memorables de la historia del cine gracias a una complicidad que trascendía las palabras. Al fin y al cabo su personaje, Flora, ejercía de intérprete para su madre con la que se comunicaba a través del lenguaje de signos.

Haley Joel Osment – El sexto sentido

El protagonista de Inteligencia artificial y Cadena de favores siempre será ese niño de mirada triste que veía fantasmas en la opera prima de M. Night Shyamalan. En el papel de Cole Sear el joven Osment contagió al público de su pavorosa angustia cada vez que entraba a una oscura habitación o escudriñaba a su alrededor por encima de los pliegues de sus sábanas. Sin su magnífica labor tal vez El sexto sentido no estuviese considerada como una de las mejores películas de suspense de finales de los 90, por mucho que tuviese a un Bruce Willis en estado de gracia y por supuesto el plot twist más famoso de la historia del cine moderno.

Abigail Breslin – Pequeña Miss Sunshine

Tal vez no tuviese el físico para conquistar aquel repelente certamen de belleza infantil, pero ningún jurado con dos dedos de frente hubiera podido resistirse a la simpatía de Abigail Breslin en esta joya del cine indie firmada por Jonathan Dayton y Valerie Faris. Una cinta en la que Olive, una niña regordeta y con unas grandes gafas, no piensa renunciar a su sueño de ser coronada reina de la belleza pese a las reticencias de varios miembros de su familia disfuncional. Un viaje tragicómico repleto de sorpresas disparatadas y un buen puñado de lecciones de vida que más nos valdría apuntar en nuestro mejor cuadernillo. Para el recuerdo, esa conmovedora conversación entre la pequeña y su indómito abuelo -sensacional Alan Arkin– sobre el verdadero significado del fracaso.

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