Que no os confundan las explosiones ni los terroristas con acento alemán, La jungla de cristal es por derecho propio una de las películas navideñas más irresistibles de todos los tiempos. Es más, su emisión en la televisión bien podría equivaler al encendido del árbol del Rockefeller Center. Una señal inequívoca del comienzo de unas festividades en las que no sólo proliferan las comedias tontorronas y los cuentos infantiles, también tienen cabida producciones de acción trepidantes en las que el héroe acostumbra a patear el trasero de los malhechores al son de Andy Williams y su célebre It’s the Most Wonderful Time of the Year.
Si Ojo de Halcón apunta a convertirse en la serie más navideña de la temporada es en parte por esa nada disimulada conexión con la exitosa franquicia protagonizada por Bruce Willis. Incluso su prólogo, que nos remite a la espectacular batalla de Nueva York que disfrutamos en la primera entrega de Vengadores, nos deja un instante en el que el bueno de Clint se viste de John McClane y salta al vacío desde una azotea con el objetivo de zafarse del infame enjambre Chitauri para acabar balanceándose de un cable e introduciéndose en uno de los pisos inferiores. Cierto que no se trataba de una manguera contra incendios anudada a la cintura pero hablamos de un superhéroe de recursos, vaya.
La serie, que retoma la andadura del intrépido arquero tras los eventos de Endgame, nos presenta una versión exhausta de Barton, que parece más interesado en reforzar sus lazos familiares que en retomar sus viejos vicios como vengador o, en el peor de los casos, como el letal Ronin. Como no podía ser de otra manera su apacible vida se verá alterada durante una visita a la Ciudad que Nunca Duerme donde conocerá a una joven que alardea de ser la mejor (o casi) en eso de acertar en el blanco.
Y es que si La jungla de cristal empezaba y acababa en John McClane, Ojo de Halcón pertenece a un cosmos mucho mayor. Por este motivo, y a pesar de que su nombre encabeza el póster de la nueva serie de Disney+, su historia parece bailar al compás de una Kate Bishop que no duda en acaparar buena parte del metraje.
No es algo malo, al fin y al cabo servirse de la figura del sidekick para desarrollar las tramas en torno a sus grandes héroes está en el adn de Marvel y ha sido una constante en sus historietas. Para muestra, esos primeros cómics de El increíble Hulk que firmaron Stan Lee y Jack Kirby en los que era Rick Jones quien tomaba las riendas de un relato en el que el gigante verde se conformaba con brincar furioso por el desierto de Nuevo México.
Otra cosa muy distinta es que Bishop esté dispuesta a ceñirse al rol de la compañera del ídolo marvelita, puesto que el personaje interpretado por Hailee Steinfeld cuenta con los atributos necesarios para ocupar un puesto privilegiado en esa renovación generacional a la que los proclamados Héroes más poderosos del planeta parecen avocados.
Ojo de Halcón apunta al futuro de la franquicia echando un último y emotivo vistazo al pasado: Thanos, Natasha, el citado Ronin… El crepúsculo de uno de sus guerreros imbatibles que todavía no ha lanzado su última flecha. Quién sabe si lo hará en una serie cuyos primeros episodios confirman que la fórmula funciona como un reloj suizo y que en las próximas semanas los fans de La Casa de las Ideas tienen una cita ineludible con este intrépido dúo tintado en morado.
Tal vez a Clint Barton no le haga mucha gracia entretenernos a costa de interrumpir sus vacaciones en la Gran Manzana pero qué demonios. Como diría Ross Geller: John McClane también tenía planes.