Análisis de Tiny Tina’s Wonderlands – Dragones y payasadas

Tal vez aquellos que disfrutaron de la saga Fable y más concretamente de su tercera entrega recuerden una misión secundaria llamada El juego. Un nivel concebido con singular lucidez en el que un grupo de encapuchados nos encomendaban el rescate de una princesa en una misteriosa aldea a la que éramos teletransportados por arte de birlibirloque.

A lo largo de nuestro pequeño viaje combatíamos contra esqueletos y otros seres sobrenaturales mientras que nuestras hazañas eran narradas por una voz de procedencia desconocida. Sólo al completar nuestro objetivo descubríamos con estupor que aquellos que realizaron el encargo no eran hechiceros sino un grupo de jóvenes entusiastas de los juegos de rol que habían tenido a bien introducirnos en una de sus partidas más delirantes.

Pues bien, no podemos obviar los paralelismos entre esta divertida encomienda y la premisa de Tiny Tina’s Wonderlands, el nuevo juego de Gearbox que bajo el paraguas de su exitosa saga Borderlands nos invitan a zambullirnos en una fantasía medieval orquestada por Tina Chiquitina, uno de los personajes estrella de la serie que se ha reconvertido en una incombustible directora de juego. El carácter alocado de esta huérfana que conocimos hace años durante nuestras correrías por el planeta Pandora es la excusa perfecta para que el estudio se vuelque en lo que mejor sabe hacer, una aventura frenética y repleta de humor.

Los fans de uno de los looter shooter por excelencia sabrán reconocer su firma desde el minuto uno. Su diseño artístico de corte comiquero, una fórmula que combina rol y acción y sus multitudinarios tiroteos conectan con una franquicia que tras tres entregas y una precuela ha conseguido fraguar una importante comunidad de adeptos.

Entonces, ¿en qué se diferencia lo nuevo de 2K Games respecto a sus antecesores? Pues básicamente en su planteamiento. El título que hoy nos ocupa se desvive por convertirse en la entrega más disparatada de cuantas se han lanzado, apostando por explotar los clichés de los juegos rol de mesa mientras se ríe de múltiples aspectos de la cultura popular y de la industria del videojuego en particular.

Su humor es, sin duda alguna, su principal baza ya que las situaciones en las que nos veremos involucrados y los continuos comentarios de Tina no han dejado de hacernos sonreír. Es más, ciertos niveles se benefician de la volubilidad de la DJ, que no duda en inventar nuevas reglas, añadir obstáculos sobre la marcha y variar elementos de los escenarios para hacernos la partida un poco más emocionante.

Sus ocurrencias aportan cierta imprevisibilidad a la partida que es muy bienvenida, aunque siempre retorciendo los tópicos de un género que conocemos muy bien. Al fin y al cabo, nos pasaremos muchas horas luchando contra no-muertos, trasgos y enormes troles mientras recorremos bosques encantados, castillos fantasmagóricos o coloridos pueblecitos.

Porque más allá de su ambientación y su argumento, aspectos en los que Tiny Tina’s Wonderlands hace alarde de su personalidad, estamos ante un juego de disparos familiar y al que le cuesta introducir nuevas mecánicas. Casi como si se tratase de un extenso DLC para Borderlands 3 al estilo de Tina Chiquitina asalta la mazmorra del dragón, una de las expansiones publicadas a raíz de la segunda entrega.

Claro que en esta ocasión hablamos de un título mucho más completo y de mayor envergadura. Se nota que el diseño de niveles se ha realizado con sumo cuidado, que el combate está menos encorsetado gracias a la incorporación de hechizos así como de ataques cuerpo a cuerpo y que las misiones secundarias no son un mero relleno sino que a menudo resultan tan entretenidas como las principales.

Sí nos ha resultado muy curiosa la manera en la que accedemos a los diversos episodios y a los encargos, ya que el mundo de Wonderlands se divide en tres niveles conectados entre sí. En el primero de ellos se encuentra Tina junto a sus amigos y el propio jugador, y justo por debajo el llamado Supramundo, un guiño nada disimulado a los RPG clásicos y en el que podremos desplazarnos con nuestro avatar para acceder a las distintas zonas, obtener bonificaciones y desbloquear nuevas rutas. Incluso podremos ser asaltados por enemigos, que nos llevarán a arenas de combate para batirse en duelo. Por último, el tercer nivel es el juego en sí mismo, adquiriendo la perspectiva de un shooter en primera persona.

Finalizar la campaña principal nos llevará al menos una veintena de horas a lo que hay que sumar un endgame que como cabría esperar nos posibilita exprimir el juego hasta la saciedad a base de mazmorras, desafíos y encargos de distinta índole, si bien las tareas más comunes acaban siendo bastante repetitivas.

Aquellos que busquen retos de envergadura están obligados a visitar las Cámaras del caos, una modalidad que se ajusta a la tan demandada fórmula roguelike, lo que exige ir muy bien equipado y con ganas de apretar el gatillo. Eso sí, se reciclan muchos escenarios y enemigos, por lo que no esperéis grandes sorpresas.

Ya habréis imaginado que al igual que Borderlands, Tiny Tina’s Wonderlands se puede disfrutar en compañía ya sea en cooperativo local u online. Queremos dejar claro que, si bien el título puede superarse de manera individual, jugar con amigos es la mejor manera de sacar partido a la experiencia. Al igual que ocurría con el space western, es evidente que contar con aliados de distintas clases no sólo aliviará la exigencia de sus caóticos combates -a veces en demasía- sino que además propiciará maneras muy diversas con las que abordar las batallas haciendo que la diversión suba muchos enteros. Quien avisa no es traidor.

En conclusión la obra de Gearbox da justo lo que promete, un Borderlands aún más histriónico con un irresistible aroma geek. Su propuesta sigue siendo muy sólida y aunque se muestra reacio a ir un paso más allá de lo que tan bien conocemos es difícil que la aventura decepcione a los aficionados de la serie. De hecho, puede ser una de las opciones más apetecibles de la temporada si lo que necesitáis es sobreponeros a un mal día.

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