Sangre, sudor, lágrimas y sexo. Spartacus: Sangre y Arena nos lanza esos cuatro elementos a la cara y se siente en el palco del Coliseo a ver cómo nos manejamos con ellos. La historia de la serie de Starz ya la conocemos: capturan a Espartaco en una lejana región de Tracia sin sospechar que se convertiría en el cabecilla rebelde de los esclavos. Todo esto pasado por el filtro visual de 300.

Si eres de esos que se escandalizan cuando sale un hombre mostrando su miembro viril, o una mujer completamente desnuda en la tele, no veas Spartacus. Si por otro lado padeces hemofobia, sin duda esta no es tu serie. Porque no es que salga sangre, sino que hay a veces que parece hasta que te salpica. Y si eres de los que si el primer capítulo de una serie no te gusta no vuelves a verla. Dale una oportunidad a ésta…porque sí, el primer capítulo apesta. Pero luego aprecias la manera tan salvaje y primaria que han encontrado para entretenerte. Spartacus Sangre y Arena no es para nada políticamente correcta, que para eso es una serie de cable.

Y para los que no estén muy convencidos por los “efectos 300” que no se preocupen. Después del despliegue en el primer episodio (que puede llegar a provocar problemas de vista por pura saturación), los encargados de la fotografía se relajan y dejan de abusar de ellos.

Es la única entrega que pudo grabar su actor protagonista, Andy Whitfield, que por desgracia enfermó gravemente de cáncer y murió poco después. Esto obligar a los creadores de Spartacus: Sangre y Arena a crear una precuela y a buscar un nuevo Espartaco durante ese tiempo.  Esto ha provocado que esta primera parte quede como una pieza peculiar y única en la saga de Espartaco.

En definitiva Spartacus: Sangre y Arena, tiene muy claro su público, y el que no lo es seguirá viendola porque no se puede parar de mirar a la pantalla. Tiene una fórmula sencilla, pero la aplican a la perfección. ¿Te atreves a saltar a la Arena?