La cadena Showtime ha puesto punto y final a las maquinaciones de ‘Los Borgia’, hacemos un repaso de todo lo que nos han ofrecido sus tres temporadas.
‘Los Borgia’. Hay muchas cosas históricas y técnicas sobre esta serie de Showtime. Podría contaros cómo en cuanto terminó con ‘Los Tudor’, el creador de la serie, Michael Hirst, se puso con Neil Jordan a contarnos los tejemanejes de otra de las grandes familias de la Historia, conocida por su poder, sus maniobras políticas y bélicas y, por supuesto, por la infinidad de rumores que les hacían estar siempre en boca de todos.
Podría deciros que a la cabeza del reparto nos encontramos con un magnífico Jeremy Irons en la piel de Alejandro VI, el Papa Borgia, y que por fin nos recuerda porque su nombre era – es- sinónimo de gran actor. Podría deciros que la Lucrezia Borgia de Holliday Grainger es la mezcla perfecta de carnalidad e inocencia y que se aleja, por fin, de esa fama de femme fatal sin sentimientos que retratan los tratados históricos- con los que, y perdonadme la osadía, nunca he estado muy de acuerdo porque los escribieron hombres, hablando sobre una mujer que era hija de su enemigo… nada bueno podía salir de ahí. O ese Juan al borde de la locura tan magnífico de David Oakes. También podría referiros que el Cesare Borgia de François Arnaud es perfecto, es apuesto, es valiente, es galante, es inteligente, retorcido, envidioso y te parte el corazón.
Ah, el rigor histórico. También podría hablaros de eso, claro. De cómo a veces Michael Hirst se olvida de esa cosa llamada Historia para contarnos historias. La lucha de los cardenales para quedarse el trono de San Pedro, el delicado equilibrio de poder entre las grandes familias italianas más que dispuestas a sacarse los ojos entre sí y a quitar del medio a los Borgia. Las relaciones entre hermanos, entre amantes, entre amigos y sus consecuencias políticas. ¿Os he dicho ya lo cuidada que están la fotografía, la ambientación, el vestuario…? ¿veis? Más cosas técnicas. Con el claroscuro de Caravaggio y la terribilitá de la escultura de Miguel Ángel, con lo florido y hermoso de Rafael y lo oscuro y sucio de Gossaert como un compendio renacentista de escenas imborrables e impagables.
Pero al final uno no ve una serie porque sea un compendio renacentista, eso queda muy bonito en una crítica – y es cierto además- pero no es lo que te empuja a seguir viendo una serie. Lo que te empuja es que sus personajes te resulten carismáticos aunque hagan cosas terribles, que te sientes cada semana delante de la pantalla deseando que ganen los Borgia y Cesare y Lucrezia puedan vivir su amor incestuoso – que aparece tarde en la serie pero aparece- que alguien reconozca el buen hacer de Cesare, salve a Juan de los infiernos y le de a Micheletto Corella, el gran asesino, un abrazo y le diga que todo va a ir bien. Aunque sea mentira.
Bien, si lo que buscas es emoción, si lo que buscas son personajes y un trovador que te cuente historias de las de antes llenas de luz y de cosas terribles al mismo tiempo, ‘Los Borgia’ es tu serie. Y se ha terminado de la manera más abrupta. ¿Tendremos bula de showtime para hacer la película como desea Neil Jordan? Esperemos que si.