Data, el androide que no sabía silbar

Data StarTrekSerie: Star Trek: La nueva generación

Nombre: Data

Especie: Forma de vida artificial

Interpretado por: Brent Spiner

Cita: “Si ser humano no consiste solo en estar hecho de carne y hueso, si por el contrario es una forma de pensar, de actuar y de sentir, confío en que algún día pueda descubrir mi propia humanidad. Hasta entonces seguiré aprendiendo, cambiando y creciendo para superarme y ser más de lo que soy hoy”.

Puede que la necesidad de introducir al teniente Data en la que fuera el reinicio de la saga espacial por excelencia tuviera su origen en las propias raíces de la franquicia. Si bien la serie original centraba gran parte de su potencial en la contraposición de sus protagonistas -con ese temerario capitán Kirk que tomaba sus decisiones de manera intuitiva y atendiendo a su humanizada interpretación de la ética y la moral frente a la frialdad analítica y racionalidad de su oficial Spock– el universo Star Trek no podía continuar sin mantener dicho referente en uno de los repartos corales más completos y singulares de la historia de la televisión.

La presentación de Data todavía sigue siendo uno de los momentos de culto del colectivo trekkie y por ende de aquellos amantes de la ciencia ficción televisiva. Fue en “Encuentro en Fairpoint”, cuando el recién llegado comandante Riker va a buscarlo a la sala de hologramas donde el androide, en soledad, intenta sin éxito aprender a silbar cerca de un riachuelo. El propio Riker se permitió recordarnos esta simpática escena en Star Trek Némesis, consciente de que aquella cinta sería con toda probabilidad la última gran aventura cinematográfica de esa –ya no tan- nueva generación.

Data_and_Riker

No, Data no sabía silbar, ni podía sentir dolor, ni alegría, ni fatiga, ni era capaz de entender el humor de sus compañeros de viaje ni muchos de los comportamientos humanos más básicos, aunque sí podía almacenar y procesar una gran cantidad de datos con pasmosa eficacia. Y es que de todas sus muchas cualidades, había una en particular con la que se ganó la admiración del resto de la tripulación y de los espectadores que seguían semana tras semana las hazañas del Enterprise.

No era su cerebro positrónico, ni su fuerza sobrehumana, ni su imposibilidad de envejecer. Era su eterna persecución de la más inalcanzable perfección, entendida como la capacidad de explorar, comprender y adquirir aquellas cualidades humanas que para él suponían el mayor de los misterios.

Esa conjunción de sentimientos a priori tan simples como la felicidad, la tristeza o el odio que él, como androide, no estaba capacitado para experimentar. Es por ello que su propia superación era a la vez su gran impulsora y su más profundo drama, aunque su experimentación en estos aspectos fueran sin duda de lo más divertido de la serie.

Holmes_and_Watson

Todos gozamos y sonreímos cuando el poderoso Q le otorgó el precioso regalo de la risa por unos segundos, o cuando no acertaba a entender las frases con doble sentido de Geordi, o cuando se mostraba contrariado ante uno de los famosos faroles del segundo de a bordo en sus partidas de póker. También cuando quiso emular al famoso Sherlock Holmes seducido por su asombroso método deductivo cuando atendía intrigado a las discusiones matrimoniales del jefe O’Brien y Keiko invitándoles a continuar dado que aquello era realmente instructivo.

Porque como bien le recordó la consejero Troi en cierta ocasión, si todos somos más que la suma de nuestras partes, Data debía ser más que la suma de sus programas. Lo era, y su insaciable curiosidad le llevó incluso a crear a su propia hija, Lal, a quien concibió y tuteló atendiendo a la primera directriz de cualquier padre: que ella fuera más de lo que él podría llegar a ser.

Data Lal

Su precipitado final en el capítulo “La descendencia” supuso uno de los momentos más trágicos de la serie desde la muerte de la teniente Yar. Data no pudo replicar con éxito el trabajo de su padre el doctor Noonian Soong, por lo que el cerebro de su creación acabó colapsándose ante la imposibilidad de procesar todos los estímulos que recibía. Antes de la desconexión, Lal se despedía de su padre diciéndole que le quería, a lo que él sólo pudo contestar que ojalá fuese capaz de corresponderle. Ella, consciente de sus limitaciones, trató de reconfortarle con la siguiente frase: “Yo lo sentiré por ti y por mí”.

La fascinación por el personaje de Data fue patente desde la primera temporada, tanto que los guionistas quisieron escribir varios capítulos dedicados enteramente a él, como “El día de Data”, en el que el androide relataba la cotidianidad de la vida en una nave estelar y de sus tripulantes desde su peculiar punto de vista. Sus reflexiones iban dirigidas en forma de carta al comandante Maddox, el científico que en cierta ocasión intentó reclamarlo como propiedad de la Flota Estelar para estudiarlo y diseccionarlo. Gracias a los esfuerzos del capitán Picard, pudo celebrarse un juicio en el que demostró que el androide reunía las suficientes cualidades para ser considerado una forma de vida única, respetándose en consecuencia su capacidad de decisión sobre su futuro. Sin duda, uno de los capítulos mejor escritos de Star Trek.

En “En teoría”, también se quiso ahondar sobre la capacidad –o incapacidad- de Data de amar y su torpe entendimiento de las relaciones románticas tras las insinuaciones de la oficial Jenna D’Sora. Además, vino a fortalecer el carácter de space opera que se ha venido achacando a la serie desde sus comienzos gracias a la aparición de un malvado hermano gemelo, el pérfido Lore, que a diferencia de él sí adolecía de los más oscuros sentimientos humanos y una innata capacidad para el engaño.

Data Lore

Pero sin duda una de las tramas más interesantes del personaje, pese a su carácter secundario, fue la desarrollada en la primera parte de “Derechos de nacimiento”, en la que los responsables de la serie hicieron un guiño a las bases de la robótica en la ciencia ficción y a algunas de las más ilustres obras de Isaac Asimov y Philip K. Dick. En ella, Data indaga sobre el significado de los sueños descubriendo nuevas facetas de sí mismo y de sus orígenes a través de una visión de su creador, el doctor Soong.

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No, pese a ciertas similitudes, Data no es el señor Spock. El vulcano, omitiendo ciertos conflictos debido a su origen medio humano, acogía sin reservas la herencia de su raza, escogiendo la carencia de sentimientos como una parte de aquello que lo define y que en ningún momento llega a ser un lastre para desempeñar sus funciones. El androide, en cambio, no se resigna a lo que es, quiere evolucionar y trabaja infatigable para conseguirlo.

Su conexión con el personaje de Leonard Nimoy puede residir en sus dificultades para interrelacionarse y en algunas de sus mejores cualidades como su curiosidad insaciable, su inquebrantable lealtad y su pasión por su trabajo. En este contexto, bien podemos rescatar una de sus citas:

“Hay muchas emociones humanas que no acabo de comprender. La furia, el odio, la venganza. Pero no me es ajeno el deseo de ser amado ni la necesidad de tener amistades. Esas son cosas que sí comprendo.”

Es por ello que a veces nos resulta difícil verlo como un ser falto de emociones. El hecho de que ansíe aquello que nos hace humanos y que elija ver lo positivo que nuestra raza tiene que ofrecer hacen del personaje un referente inspiracional irrepetible y que nadie debería dejar pasar la oportunidad de conocer.

Nos vemos en las estrellas.

5 comentarios

  1. Excelente análisis del personaje. Para los que hemos visto la serie completa, Data es un referente en la ciencia ficción moderna. Más que por sus capacidades técnicas, su fuerza o su inteligencia, la ausencia de maldad, su inocencia, son las cualidades que le hacen tremendamente… fascinante.

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