María, reina de Escocia: la soledad del poder

La película de Josie Rourke no es ni mucho menos la primera aproximación a la vida de estas dos mujeres condenadas a no entenderse pese a lo similar de su situación. Saoirse Ronan está espectacular como la reina trágica de Escocia, con una sola mirada transmite la fuerza de esta mujer que nunca flaqueó en su convicción de que su lugar estaba en el trono, inteligente y que acabó traicionada por casi todos aquellos que la rodeaban tan pronto puso un pie en su reino. Una amenaza para la Elizabeth de Margot Robbie que pese al gran hacer de la actriz interpretando a una mujer cada vez más desconectada de sí misma para poder soportar la presión del poder, queda algo más desdibujada que su rival monárquica.

 

La precisión histórica es otro tema, todos los acontecimientos importantes están ahí, pero tenemos que partir de la base de que las dos reinas no se conocieron en la vida real – pese a que ahora descansen la una a escasos metros de la otra en Westminster-  y el centro del largometraje es el encuentro entre ambas. Pero hasta cierto punto es el precio a pagar por no tener una historia que parezca sacada directamente de un libro de texto, así que esas inexactitudes son un pequeño precio a pagar.

 

Al final, María, Reina de Escocia trata de dos mujeres que tuvieron que luchar por mantenerse en el lugar que les correspondía con la armadura que les había tocado en suerte, solitarias y batallando diariamente porque se las tomara en serio como gobernantes y como mujeres en un tiempo en el que no era concebible que lo uno y lo otro fueran de la mano. Forzadas a competir la una contra la otra cuando juntas hubieran sido imparables. La historia de la vida, vamos.

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