¿Y si Lucifer decidiera tomarse una vacaciones del Infierno y visitase la tierra de los humanos? ¿A dónde iría? ¿Qué haría? ¿Qué relación tendría con los humanos? Eso es lo que trata de resolver la serie Lucifer.

Lucifer trata con mucha gracia estas cuestiones. Para empezar se va de vacaciones a Los Ángeles, dónde si no, y tiene un club nocturno donde las fiestas, el alcohol y las orgías están a la orden del día. No piensa en torturas, castigos, órdenes de arriba, ni Infiernos que gobernar. Lo está pasando en grande y su cabeza solo está en divertirse. Todo se desmorona cuando una de sus habituales es asesinada a su lado, y conoce a una atractiva y dura detective.

He de reconocer que no sabía que la serie estuviera basada en un cómic y que cuando supe de la premisa no me llamó la atención. ¿El diablo iba a impartir justicia, a jugar a detectives? El primer episodio me pareció que tenía gracia y decidí seguir viéndola. Me interesaba conocer porqué Lucifer Morningstar, interpretado por Tom Ellis, no podía utilizar sus “poderes” sobre la detective Chloe Decker, interpretada por Lauren German, pero pronto me cansé, me parecía otra serie más de formula poli + consejero.

Fue entonces cuando empezaron a meter los problemas paternofiliales de Lucifer, la traición de Mazikin, el robo de las alas de Lucifer, las peleas de hermanos con Amenadiel. El descubrimiento de que Lucifer no solo no puede leer ni hacer que la detective Chloe Decker le diga sus deseos, si no que se está volviendo humano y mortal a su lado.

Lo bueno es que la serie es corta y pueden meter todas estas tramas a lo largo de la temporada, y más porque han dejado muchas cosas abiertas, entre ellas una puerta del infierno de dónde se ha escapado la madre de Lucifer y Amenadiel. Encarnada por Tricia Helfer. La segunda temporada ya pinta muy bien. Y me a punto a verla.